martes, 14 de agosto de 2018

Benidorm




Tras la visita a Altea, fuimos a comer a Benidorm. Hacía tanto calor que en el restaurante ni se notaba el aire acondicionado. En esos momentos tuve miedo de que me diera un bajón. Me mojé con agua fresca el cuello y los brazos, me tomé un Paracetamol y me enfrenté a la vista por la localidad turística por antonomasia.


He estado multitud de ocasiones en Benidorm pero nunca con un guía que fuera contando su historia y los lugares más emblemáticos. En fin, que no solo no enfermé sino que lo pasé bien dadas las circunstancias. Aunque tampoco repetiría de inmediato, lo admito.


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