viernes, 21 de septiembre de 2007

Mis paleoaventuras (2ª parte)


El bifaz de la foto se llama Tizona, como el de Atapuerca se llama Excálibur. Y es que una no va a ser menos, leñe.


Según César, mi ex-profesor de Prehistoria y actual contacto para la localización de yacimientos y entrega del material, es una pieza digna de exposición en un museo. Mi gran ilusión es verle detrás de una vitrina (al piedro, no al profe, claro). Por lo visto son muy raros los de más de veinte centímetros. Pues sí, los bifaces también.


Realizamos la exploración de la Cueva del Frío sin cuerdas ni ningún tipo de material, excepto unas linternas agonizantes. Resultado, nulo. Bueno, nos quedó un pasaje que no llegamos a explorar: había que arrastrarse y no tuvimos webos. También está la Cueva de los Burros, de la que sólo hemos visto la entrada, que está medio tapiada. Se llama así porque está guardada por dos burros (de los de verdad, no los paisanos de turno) que nos persiguieron a mi hermana Mari y a mí con aviesas intenciones. Junto a esta cueva está el yacimiento pendiente de confirmación por César, nuestro contacto en la Universidad.


Aparte de eso, poco más que reseñar. Ah, sí, está cuando intentamos explorar la parte superior de una formación tipo meseta que está muy cerca de donde vivimos y que habíamos oído que tenía un castro de la Edad del Hierro. El caso es que subimos con mis padres, y llevábamos un buen rato explorando sin un mal resto ni ruina que llevarnos a la boca, cuando vemos que una avioneta nos sobrevuela. Poco después, aparece el propietario del terreno hecho una furia porque sospechaba que éramos de la Universidad y que queríamos falsificar lo que él había excavado con la idea (según él) de construir un aeródromo y un espacio deportivo en el que, por supuesto, no se construirían viviendas. Al parecer, dicha meseta está catalogada como espacio natural protegido, pero el Alcalde le había dicho (de palabra) a este buen señor que tirara p'adelante, que nadie iba a decir nada. Pues sí se dijo. Entre otras cosas, se dijo que allí había un yacimiento y que ese señor lo estaba destruyendo. Así que él temía que los jipis de la universidad introdujeran de extranjis allí restos arqueológicos para justificar la paralización definitiva de las obras. La verdad es que yo allí no vi nada de nada. A mí me parece que si se argumentaba que había un yacimiento, lo lógico sería enviar un equipo de prospección o excavación y sacar a la luz lo que hubiera.

El caso es que fue una escena muy desagradable y nos tuvimos que ir. Por cierto, después me enteré de que no fue la Universidad quien dio la voz de alarma, pues el castro no estaría en la cima, sino en una de las laderas. Se rumoreaba que un señorón de Diputación quería entrar en el ajo de la operación que iba a hacerse allí y al quedarse fuera, se enfadó y montó el pollo. A saber.

4 comentarios:

carolina dijo...

Inciso: a partir de "Realizamos..." son las paleoaventuras propiamente dichas.
Falta un poco del relato que le hice a Conchi, y es lo siguiente:


También hicimos una exploración cerca de allí, en un circuito de motocross ... durante una prueba de motocross. Afortunadamente, nos apartamos a tiempo.
Ah, y una vez confundí un mojón de portalada del siglo XVIII con un ara funeraria romana. Total, por unos siglos de nada ... Cualquiera comete errores, ¿no?
Así que todo muy poco épico, como puedess ver. No he vivido experiencias como la de García Guinea cuando, al hacer una prospección de un posible asentamiento romano cerca de la iglesia de Suances, le salió el cura con la escopeta preparada. Ni he bajado a las profundidades de la Cueva de La Garma, el Atapuerca cántabro. No obstante, espero disfrutar de alguna de ellas. A ser posible bajar a La Garma. Las escopetas me dan alergia.

Conchi dijo...

Mujer, perdona la pequeña censura, pero no quería sacar a relucir esos errores sin importancia.

Mari Pau dijo...

Hola Carolina!
Estoy muy contenta de que nos escribas por fin. Lo que cuentas es apasionante y hallar esas piezas prehistóricas debe causar una hemorrágina de placer. Qué suerte tienes y qué afortunada por un trabajo tan gratificante. Yo soy filóloga, como Conchi, pero me encantan todas las otras ramas científicas al nivel de divulgación (claro, si no no me entero).
Aquí en el levante, como sabrá una experta como tú, las pinturas rupestres están al aire libre, en abrigos y oquedades de las montañas. Cuando fuí a ver una cerca de mi pueblo, en la sierra de la Carrasqueta, no me podía creer que esas pinturas hubieran resistido tantos milenios. Increíble. Pero algunos impresentables destruyen algunas porque aquí están muy mal protegidas, la generalitat solo ponen una valla y no las controlan.

Besitos, Carolina.

carolina dijo...

Inciso 2: Conchi, es que creí que con todo el mogollón de colgar fotos y textos con el ordenador medio eschacharrado te habías dejado esa parte. Por lo demás, ningún problema, porque tampoco me importa demasiado que alguien lea mis inofensivas meteduras de pata. Lo del motocross no fue para tanto (total, unas pequeñas salpicaduras de barro) y lo del mojón no trascendió. Peor hubiera sido si, por ejemplo, hubiera tomado por auténticas unas pinturas que había a la entrada de la Cueva de las Brujas, en Suances, y que eran más falsas que un título de nobleza de Julián Muñoz. Creo que hubo un arqueólogo de los de postín que se lo tragó. Pobre hombre, menuda vergüenza.
Hola, Mari Pau, gracias por responderme, aunque me temo que tengo que deshacer un pequeño malentendido: lo de buscar yacimientos es uno de mis hobbys, pero no mi trabajo. Soy bibliotecaria en la Universidad de Cantabria, pero como estudié historia, pues la cabra tira al monte.
Ya ves, hija, es un poco raro, pero me lo paso como los indios cuando rastreo en busca de piezas. En realidad, no es así como se hace, pues las excavaciones llevan una metodología muy precisa, pero éste que descubrí era una excepción, ya que la tierra estaba removida y era tan extenso que no se podía hacer en plan académico.
Cuando se publique la reseña os avisaré. También os contaré lo que pase cuando volvamos mi hermana y yo con César, el profe, a explorar la Cueva de los Burros.
Me encantaría ver las pinturas rupestres que están cerca de tu pueblo, al igual que me gustaría mucho ver alguno de los muchos yacimientos que hay por el levante.
Sí, lo de los gamberros es muy triste: ya me gustaría a mí ver qué cara se les pondría a ellos si alguien echase un bote de pintura sobre su adorado coche tuneado, por ejemplo. Se debería proteger más, pero llevamos décadas de atraso respecto a Europa (a Francia, en concreto) en lo que se refiere a protección y difusión del patrimonio prehistórico. Fíjate que he oído que en Francia, cuando se descubre una cueva con resto, el Estado paga una especie de alquiler vitalicio al propietario para que deje excavarla y, si se tercia, visitarla. Aquí te expropian la finca y andando. No me extraña que más de uno eche tierra y lo que haya que echar antes de que descubran el yacimiento y le hagan la avería. Es una cosa muy censurable, pero no hay porqué beneficiar al bien común a costa del grave perjuicio a un particular ... que casi siempre suele ser un particular pobre y sin contactos políticos ni sociales. Ya te diré yo lo que pasa si descubren algo en una finca de la Duquesa de Alba: veríamos si la expropian.
Pues eso, ya os iré contando las novedades, si las hay.