No por más trillada que esté la frase deja de ser menos cierta: el cine es la fábrica de sueños. Cuando los hermanos Lumière lo inventaron muchos se preguntaron para que serviría eso, que no tendría ninguna utilidad. Cómo se equivocaron, claro que es útil y más que útil: es, como yo digo, el alimento del espíritu; es emoción, consuelo, aliento, agonía, sentimientos...
Hay muy pocos a quienes no les gusta y todos tenemos recuerdos de momentos cinéfilos para nosotros imborrables, qué importa que la película sea buena o mala según unos sesudos críticos si a mí me gusta y me emociona. Allá van algunos de esos momentos míos que estoy recordando ahora:
-Blade Runner: el sol tan escaso y a ras del horizonte que se filtra por una persiana matizando la luz, todo esto acompañado de esa música tan sugerente, o Rutger Hauer a punto de morir y diciéndonos que ha visto cosas que jamás imaginaríamos y que se perderán con él como las gotas de lluvia.
-Braveheart: la cara de ella (la esposa) buscándole angustiosamente cuando está atada a un poste para ser asesinada y él no llega a tiempo.
-Gladiator Máximus cuando jura en el coliseo que se vengará en esta vida o en la otra.
-Orgullo y prejuicio: Lizzy cuando ve a Mr. Darcy aproximándose a ella al amanecer con su abrigo ondeando al viento.
-Lady Halcón: cuando los amantes casi se tocan pero sale el primer rayo de sol y ella se transforma en halcón, volándo a ras de un lago, batiéndo las alas e introduciéndo sólo la punta de ellas en el agua para después remontar el vuelo.
lunes, 24 de septiembre de 2007
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1 comentario:
Completamente de acuerdo. Sobre cine, mis gustos son muy amplios, carezco de fobias y filias acérrimas con respecto a directores, actores o géneros, aunque no me seducen el gore ni el western ni las películas estúpidas ni las excesivamente pedantes o pseudo-intelectuales. Me considero muy tolerante (no sólo en el terreno del cine) y me gustan las buenas películas, vengan de donde vengan, incluso del denostado made in Hollywood.
Con buenas películas me refiero a las que me hagan sentir, pensar, disfrutar, soñar despierta, las que toquen mis más recónditas fibras sensibles; en definitiva, las que me den lo que el mundo real me niega. Lo malo es que cada vez me cuesta más encontrar ese tipo de películas. O me estoy haciendo vieja o el cine es cada vez peor.
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