Los personajes míticos del cine van irremediablemente unidos a los actores que los interpretan. Pero ¿qué hubiera pasado si hubieran elegido a otros? Una decisión de última hora, discusiones, compromisos... Miles de razones actúan en el delicado momento de elegir a un protagonista. En un universo paralelo, el cine sería muy diferente de cómo lo conocemos.
Jodie Foster consiguió su gran oportunidad cuando Michelle Pfeiffer renunció a ponerse en la piel de la agente Starling en El silencio de los corderos. Sin duda, una baza kármica para compensar el hecho de que, siendo Jodie una adolescente, sus compromisos con Walt Disney le impidieran en 1977 encarnar a una princesa galáctica en un proyecto de un joven director llamado George Lucas. Su negativa obligó al cineasta a replantearse el papel, y pensando en una Leia más adulta, fichó a Carrie Fisher para La Guerra de las Galaxias.
Jodie Foster consiguió su gran oportunidad cuando Michelle Pfeiffer renunció a ponerse en la piel de la agente Starling en El silencio de los corderos. Sin duda, una baza kármica para compensar el hecho de que, siendo Jodie una adolescente, sus compromisos con Walt Disney le impidieran en 1977 encarnar a una princesa galáctica en un proyecto de un joven director llamado George Lucas. Su negativa obligó al cineasta a replantearse el papel, y pensando en una Leia más adulta, fichó a Carrie Fisher para La Guerra de las Galaxias.
También Bruce Willis debe a Richard Gere el papel de su vida, después de que éste considerara que el policía pasado de rosca John McClane en Jungla de cristal no le favorecía.
También fue firme la decisión de Marlon Brando cuando le ofrecieron Lawrence de Arabia. "No pienso estar recorriendo el desierto en camello durante dos años", fue su respuesta. Sin duda, Peter O'Toole se lo agradeció eternamente.
En 1979, Ridley Scott no tenía ideas prefijadas para el reparto de Alien. Para él, todos los personajes, conocidos por sus apellidos, eran asexuales; es decir, podrían ser interpretados por un actor o una actriz, indistintamente. Así, Ripley fue concebido en un primer guión como un personaje masculino, incluso se consideró a Paul Newman para el papel, que finalmente fue a parar a manos de una poco femenina Sigourney Weaver.
Unos años más tarde, Scott preparaba la adaptación de una de las obras más celebradas del autor de ciencia ficción Philip K. Dick. Blade Runner exigía un perfil de protagonista maduro y ajado y le ofreció la vacante a Dustin Hoffman. No tardó en arrepentirse de su decisión; comprendió que el teniente Deckard debía ser un hombre más "macho". Y regaló a Harrison Ford una de sus mejores interpretaciones.
Doce años después de Alien, Ridley buscaba un jovencito seductor para Thelma y Louise. George Clooney, por entonces conocido por la serie Urgencias, llegó a hacer hasta cinco pruebas para él, pero su futuro amigo Brad Pitt le hizo la cama y se consagró como sex symbol.
Pitt, a su vez, pudo ser Neo en Matrix y Willy Wonka en Charlie y la fábrica de chocolate, opciones que no cuajaron.
El sueño de Brad era interpretar al Sr. Darcy en Orgullo y prejuicio, pero cuando este clásico de Jane Austen fue llevado al cine en 2005, las fechas no le cuadraban: ese mismo año rodaba Troya y Ocean's Twelve.
Tampoco se llevó el gato al agua Mel Gibson: él quería encarnar al ciborg asesino de Terminator, pero James Cameron se decantó por Schwarzenegger. Más que un villano, Gibson tenía fachada de héroe, por eso le ofrecieron ser Bruce Wayne en Batman (1989), James Bond en GoldenEye (1995) y Lobezno en X-Men (2000). Él se negó en las tres ocasiones.
También Anthony Hopkins pudo haber participado en Batman, primero encarnando a Mr. Freeze en Batman & Robin (1997) y después como Alfred en Batman Begins (2005).
Hay actores predestinados a cruzarse una y otra vez: Harrison Ford y Kevin Costner son dos de ellos.
Cuando parecía seguro que el protagonista de Bailando con lobos sería el presidente de Estados Unidos en Air Force One, Indiana Jones se hizo con el papel. Algo que Kevin Costner no debió tenerle en cuenta después de llevarse los papeles a los que Harrison Ford renunció en JFK, Los intocables y Dragonfly (La sombra de la libélula). Cosas del azar.
Cuando parecía seguro que el protagonista de Bailando con lobos sería el presidente de Estados Unidos en Air Force One, Indiana Jones se hizo con el papel. Algo que Kevin Costner no debió tenerle en cuenta después de llevarse los papeles a los que Harrison Ford renunció en JFK, Los intocables y Dragonfly (La sombra de la libélula). Cosas del azar.
En un universo paralelo, Star Wars se movería al son de la música clásica. Así lo quiso al principio George Lucas, eclipsado por 2001: Odisea en el espacio. Lucas quería a Toshiro Mifune para Obi Wan y que los tíos de Luke Skywalker fueran enanos.
Han Solo iba a ser un monstruo verde con agallas. Cuando se decidió que sería humano se pensó que fuera negro. Finalmente, Lucas decidió que fuera blanco, pero antes de elegir a Harrison Ford, fueron candidatos Steve Martin, Jack Nicholson, Al Pacino, Chevy Chase y Bill Murray.
1 comentario:
Vaya artículo más jugoso e interesante. Es curioso cómo cuando ves un papel encarnado por un actor, te cuesta imaginártelo de otra manera. Supongo que también es lo que pasa cuando lees un libro, te ha gustado mucho, lo relees, te haces una imagen de los personajes y cuando lo adaptan al cine... ¡choff! no se parece en nada a lo que tú tenías en mente.
Aun así, puede que haya universos alternativos que funcionen, como Anthony Hopkins como mayordomo en "Batman beggins", o Harrison Ford en "JFK", pero Gibson como Terminator... no, no me cuadra. Y si Jodie Foster, a sus dieciséis años o así, hubiera acabado como Leia, el triángulo amoroso de Star Wars hubiera sido mucho más morboso de lo que ya es, pues al posible incesto habría que añadirle acoso sexual a menores, o algo así (cuando Han le tira los tejos)
Total, que en la mayoría de los casos, creo que la elección final de los directores fue para bien. Al menos en mi opinión.
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