Baqueira Beret

Otra de las excursiones fue a Baqueira, adonde va la familia real a esquiar gracias al dinero de todos los contribuyentes, según palabras de la monitora que todos asumimos con una sonrisa. ¿Todos? ¡No! Al parecer entre mis compañeros de viaje se encontraban algunos monárquicos acérrimos a quienes sentó mal tal comentario, por lo que la pobre chica pidió disculpas después. En fin, hay gente para todo.

El objetivo de la excursión era ir a ver las pistas de esquí, obviamente sin nieve a finales de verano. Para ello, había que subir a un telesilla, a lo que me negué a priori. Verás: puedo tener un accidente, en casa, fuera, en el coche, etc, pero en mi situación nunca pondré mi vida en peligro más de lo estrictamente necesario. Por la misma razón, tampoco me apunté a hacer rafting.

Me imaginaba que el telesilla era uno de esos remontes individuales sin apenas sujeción que se toman casi al vuelo. Una vez allí, comprobé que se trataba de unos bancos amplios, resistentes, con una barra de contención que parecía segura, así que me animé a que me subiera Pedro, con la condición de verme acompañada por sendos caballeros aguerridos. El otro voluntario fue Miguel Ángel, el conductor del autobús, un señor la mar de encantador al que ya conocía de viajes anteriores por Europa. Aunque me sentía segura, lo cierto es que me dio cierta impresión elevarme en el aire y otear esos magníficos paisajes. Cuando llegamos a las pistas, se notaba el frío por la altura. Nos bajamos al acabar una vuelta mientras mis compañeros continuaban por la segunda. Menos mal pues se puso a llover.

De allí, para ver animales en libertad, nos acercaron al Pla de Beret donde hay grupos de caballos y rebaños de vacas. Los que podían caminar (el terreno es bastante dificultoso, con desniveles, hierba y piedras) pudieron pasear un poco y tocar los animales, los cuales cruzan constantemente de un lado a otro.