jueves, 3 de septiembre de 2009

Vielha



Regresamos a casa el lunes por la noche. Agotados tras tantas horas de coche, pero con las pilas cargadas, más o menos dispuestos a encarar la rutina en cuanto se nos pase el síndrome post vacacional. No creo que fuera a causa de eso el malestar que seguimos padeciendo sino más bien –creo yo- al cambio de temperatura, de presión, de altitud… Y es que para los que somos de secano, los Pirineos son un planeta aparte. Para empezar, a Pedro le desapareció la alergia en un pispás. Se me oxigenó y despejó tanto el aparato respiratorio que yo, que nunca he tenido el olfato fino, me sorprendía apreciando aromas nuevos y, en contrapartida, me molestaban mucho más los olores de coches o cualquier otra forma de contaminación. Por no hablar del agua: qué bendición abrir el grifo y beber agua fresca sin el mínimo sabor desagradable de tratamientos químicos. Nada más salir del hotel nos topábamos con el río Garona. Ante cada riachuelo, cascada, lago o cualquier manifestación acuática a Pedro y a mí se nos quedaba cara de bobalicones envidiosos, con la sequía que padecen estas tierras que habitamos.

Abajo, con mi amiga Magdalena, madrileña, ante la Iglesia de Sant Miquèu, estilo de Románico al Gótico Siglos XII - XIII



Vielha y el resto de pueblecitos que forman el Valle de Arán son una preciosidad, no sólo por su belleza natural sino por lo cuidados que están. Para empezar, los edificios, incluso los de nueva construcción, mantienen la estructura de piedra con los tejados puntiagudos de caliza para que no se acumule la nieve. Se nota que el turismo que lo frecuenta en invierno para esquiar es de poderío económico pues no es en absoluto barato. Con la moda del senderismo y los deportes de aventura han sabido diversificar la oferta y tienen visitantes todo el año. Recorriendo el casco urbano salta a la vista que está concebido para lidiar con la nieve a la par que mantener un cierto aire medieval; de ahí que no sea un modelo de accesibilidad entre el empedrado de la calzada y lo alto de los bordillos de las acera o los escalones de los locales comerciales con tal que no les entre la nieve.

4 comentarios:

maria esther dijo...

Mi primp Juan Rafa vivio varios años en Vielha y habla maravillas de alli.A mi me invito muchas veces,pero nunca fui.

Juanfra dijo...

Pero que bien nos lo montamos.

Mari Pau dijo...

Què bonica foto!

Johnny dijo...

BELLAS LAS FOTOS Y LA MODELO