miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sort y Andorra


Última entrega de las excursiones del Valle de Arán.
Como no me apetecía poner en riesgo mi vida practicando rafting, ese día Pedro y yo junto a una amiga madrileña cogimos la furgoneta y nos fuimos por ahí. En el GPS pusimos dirección a Sort. Tras un trayecto de unos kilómetros absolutamente criminal por las curvas tan sumamente cerradas en plenos Pirineos en una carreterita estrecha donde casi no cabían dos coches (si venía uno de cara, al apartarnos se me salía el corazón por la boca viendo cuánto nos acercábamos al barranco), llegamos a Sort.
Sort (significa “suerte” en castellano) recibe multitud de turistas debido a La bruixa d’or, una administración de lotería famosa por dar muchos premios. ¿Cómo no va a darlos con lo que vende? La ley de la probabilidad está de su lado, lógicamente. ¡Y cuánto vende! Al llegar habría una veintena de personas haciendo cola, pero al salir se había triplicado por lo menos. No puedo ni imaginar los miles y miles de euros que entrarán allí cada día. No me extraña que su dueño sea uno de los más ricos de España a costa de nosotros, pobres incautos que compramos un cachito de ilusión. En el establecimiento hay una muñeca grande de la bruja a la que la gente asaba los décimos por la espalda. Pedro, en cambio, se los pasó por el “chirimiri”, como dice él. Lo mismo da, supongo Si me toca el gordo de Navidad, no os quepa duda de que me acordaré de vosotr@s.

De allí a nuestro siguiente destino: Andorra, y así lo marcamos en el GPS. Tras un cuarto de hora por carreteras secundarias, me extraña no ver ninguna señal que anunciase el camino al pequeño país pirenaico. Pedro afirma que no me preocupe, que vamos bien según el aparatito de marras. Pasan los minutos y reitero mi inquietud para mosqueo de mi chico. Al rato no puedo más y sin importante su cabreo afirmo que vamos mal. Para corroborarlo, marco en el GPS La Seu d’Urgell, última localidad española antes de llegar a Andorra y, efectivamente, ¡íbamos en dirección contraria! No podíamos entender cómo el cacharrito nos había hecho semejante jugarreta, pero todo tiene una explicación: resulta que hay una Andorra ¡en Zaragoza! Y era allí adonde nos enviaba. Al tener que desandar lo andado, perdimos muchísimo tiempo. En Andorra apenas tuvimos tiempo de comprar lo típico: tabaco, whisky, perfumes y chocolate. Ni siquiera tuve ocasión de hacerme una foto que atestiguase mi presencia en el país pues al salir del centro comercial llovía a cántaros. El agua cesó tan pronto cruzamos la aduana española, no así la niebla que empezaba a extenderse, agravada por el anochecer. Cuando llegamos al tramo de las curvas peligrosísimas, no se veía a medio metro del vehículo. Para colmo, en algunos kilómetros las rayas blancas que delimitan la carretera estaban borradas con lo que el riesgo de salirse de la carretera aumentaba. Pasamos una media hora interminable en el más absoluto de los silencios, ni siquiera hablaba la voz cansina del GPS. Pedro es un conductor prudente pero nunca tanto como en semejante tesitura. La forma más fina de describir la situación es decir que los teníamos de corbata. Gracias a Dios, llegamos sanos y salvos al hotel. Aquello sí fue un deporte de riesgo y no el rafting.

3 comentarios:

Johnny dijo...

ESPERO LAS IMAGENES DE ANDORRA, PARECE UN CULEBRON DE LA TV QUE ME TIENE PEGADO A LA PANTALLA DE MI PC PARA SABER DE TUS AVENTURAS.

Mari Pau dijo...

Conchi, molt interessant les teues aventures. Jo pensava que havies anat en autobús programat. El dia 11 me'n vaig a Astúries, aprofitant la festa del Pilar i les de Callosa, que venen després. Ja estic preparant la càmara.

Conchi dijo...

Del reciente viaje a Andorra no tengo fotos pues, como cuento en el relato, llovía demasiado.

Era en viaje programado pero fuimos en nuestra furgoneta por mayor comodidad y no tener que hacer noche en Madrid a la ida y a la vuelta.

Mari Pau, disfruta de Asturias y ponnos después los dientes largos con aquellos maravillosos paisajes que me encantaría conocer algún día.