viernes, 29 de julio de 2011

DIA NEGRO



Después de varios días, hasta hoy me atrevo a contarles lo que nos ocurrió en días pasados. Fue el sábado 23 de julio como a las 2 de la tarde cuando me encontraba fuera de casa comprando algo de comer (los fines de semana acostumbramos comprar comida para que Aymé no tenga que guisar), de pronto recibo una llamada al móvil de mi esposa diciéndome que los soldados querían entrar a la casa. Semejante llamada me puso muy nervioso, salí de inmediato donde me encontraba y me dirigí a mi casa de regreso. Al dar vuelta en la esquina vi la calle llena de soldados, cuatro o cinco vehículos estaban a todo lo largo y una veintena de ellos distribuidos por toda la calle. Tres estaban frente a mi casa, al principio no me permitían entrar, hasta que les expliqué que yo vivía ahí. Muy amables me dijeron que estaban checando casa por casa porque había una denuncia anónima de una casa donde guardaban drogas. Eran tres sujetos con grandes armas (uno no está acostumbrado a verlas, solo en pelis y sabemos que son falsas), preguntaron cuántos vivíamos en la casa, desde cuándo y a qué nos dedicábamos. Revisaron la alacena de la cocina, los closets de las recámaras y el cuarto de lavado en el patio trasero. Se que para entrar a una casa se requiere de una orden de cateo por parte de las autoridades, pero como está la situación en el país (y mas en Tamaulipas), no es posible ponerse impertinente con el ejército pues las muertes que han ocurrido a lo largo de México han sido por enfrentamientos entre narcos y soldados. Además el que nada debe nada teme, pero aun así impone grandemente tenerlos tan cerca. También la TV y las pelis no son buena influencia, porque por nuestras mentes pasaron tantas cosas (como pensar que ellos pueden poner algo y luego decir que lo encontraron en la casa, entre nuestras cosas). Los cinco minutos que pasaron se nos hicieron eternos, salieron de la casa y se quedaron otros 20 minutos en la calle, a la casa vecina ya casi le tumban la puerta porque como nadie les abría (nadie vive aun ahi), pensarían que ocultaban algo. Me armé de valor y salí a decirles que la casa estaba sola y me devolví al interior de mi hogar. Todo se normalizó y nos volvió el alma al cuerpo, aun hoy lo contamos y todos (amigos y familiares) nos dicen que pasamos una experiencia que no se le desea a nadie. Bajé las imágenes de Google, no crean que me iba a atrever a tomárselas.

3 comentarios:

Conchi dijo...

¡Menuda experiencia terrorífica! Admiro vuestra sangre fría, yo me habría muerto de miedo de ver soldados armados en mi casa. Supongo que, por desgracia, en Tamaulipas comenzáis a acostumbraros a la idea de que puede pasaron en cualquier momento. Ojalá que con el tiempo se ponga fin a esa situación.

Mari Pau dijo...

Johnny, lamento mucho la situación tan dura que vivís, es terrible la guerra no tan encubierta entre el ejército y los narcos, jugando a ver quien es más bestia, y la inseguridad tan extrema de la gente, temiendo tiroteos por todos lados, tus amigos de aquí deseamos que pronto se acabe esta pesadilla.

Johnny dijo...

Gracias a todos