Ya ha acabado el fin de semana
dedicado a las Santas Justa y Rufina en la calle de mi madre donde se halla la
ermita consagrada a les “Santetes”. A pesar de la crisis, mi madre y hermanos
han tenido el detalle de un año más agasajar a la familia, y juntarnos es un
gustazo. Tras los ágapes desde el jueves, el domingo dije basta y, al acabar la
misa y la procesión, no me quedé a cenar. Ojalá el próximo año podamos seguir
celebrándolo.
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2 comentarios:
Bella tradición y la ermita la recuerdo de mi primer viaje. Todos muy felices de compartir en pan y el vino. Saludos a todos.
Molt bé que fa ta mare, la dona mentres puga té el gust de convidar a la seua família... que continue per molts anys més.
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