Juego de Tronos

Sinopsis:

Juego de tronos es la versión televisiva de la obra Canción de fuego y hielo, del escritor estadounidense George R.R. Martin. Ambientada en el territorio imaginario de los Siete Reinos, sus protagonistas iniciarán una sangrienta lucha por el Trono de hierro en medio de la llegada del invierno más crudo de los últimos años.

Las dos primeras temporadas de la serie han cosechado un gran éxito de audiencia y han recibido la aprobación de la comunidad de fans de la obra literaria. Juego de tronos también ha recibido el respaldo de la crítica estadounidense, que se ha traducido en dos premios Emmy (Mejor actor secundario para Peter Dinklage y Mejor cabecera) y un Globo de Oro (también para el actor que da vida a Tyrion Lannister).

Esta entrada tendría que haberla puesto el martes pasado que empezó Juego de tronos en Antena 3, pero ya sabéis que en verano estoy más vaga.

Habiendo acabado de ver la segunda temporada, me viene de perlas revisitar la primera. De hecho, recuerdo que en aquel primer visionado a veces me planteaba abandonar por el galimatías entre tantas sagas, relaciones familiares, extramatrimoniales, de alianzas, de enemigos, de luchas por el poder, en suma. Con todo, llegaba la semana siguiente y no tardaba en descargarme el episodio nuevo, pues la fascinación primaba sobre la confusión.

Creo que buena parte de su éxito es que, dentro de los parámetros de la literatura fantástica, es mucho más realista que, por ejemplo, El señor de los anillos, que no me gusta nada, y lo siento por los muchos que me estaréis tildando  de hereje por tal afirmación. Como dice el autor, aquí la maldad no reside en seres sobrenaturales sino en los propios humanos; de ahí la proliferación de violencia y asesinatos, por no hablar de sexo.

En este último tema, bendita sea la presencia de Khal Drogo. Aparte de lo imponente que está Jason Momoa, lo cierto es que su historia con la luna de su vida es una de las más bonitas de la serie.