martes, 10 de julio de 2012

Las ardillas de Central Park están tristes los lunes


Sinopsis:
La vida, a menudo, se divierte y, escondido en una palabra, una sonrisa, un billete de metro o el pliegue de una cortina, nos entrega un diamante capaz de colmar todas nuestras expectativas.
Para Joséphine el diamante podría ser la propuesta de su editor de que escriba una nueva novela, las llamadas de Philippe a las que no contesta o la incondicional amistad de su amiga Shirley. ¿Será Joséphine el diamante de Philippe? ¿Y cuál es el que persigue Shirley? Alrededor de estos tres personajes, todo un abanico de jóvenes -Hortense, Gary, Zoé, Alexandre- buscan también el diamante que ha de cambiar sus vidas para siempre, dejándose guiar por esas pequeñas piedras que van encontrando en el camino.
Porque si nos detenemos un instante, si observamos con atención y nos atrevemos a coger lo que nos ofrece una mano tendida, la vida, probablemente, no volverá a cubrirse de tristeza. Ni el sábado, ni el domingo, ni tampoco el lunes



He acabado las 800 páginas de Las ardillas de Central Park están tristes los lunes, que cierra la trilogía de Katharine Pancol de títulos largos y nombres de animales que empezó con Los ojos amarillos de los cocodrilos y continuó con El vals lento de las tortugas, ambas reseñadas por aquí.

Este tercero es el más flojo de todos, lo que es una lástima pues los personajes se hacen querer y detestar, pero siempre con ganas de saber más de ellos. Con todo, me ha gustado la voz narrativa de esta francesa, aunque quien la haya traducido se ha pasado con los galicismos. ¿O conocéis a alguien que emplee con asiduidad el adjetivo “remarcable”, por ejemplo?

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