miércoles, 12 de diciembre de 2007

La suma de los días


De la biblioteca, estoy acabando de leer La suma de los días, donde Isabel Allende narra a su hija Paula todo lo que ha sucedido con la familia desde el momento en que ella murió. El lector vive, junto con la autora, la superación personal de una mujer con una fuerza inspiradora, rodeada siempre de amigos y familiares. Su historia es emotiva, pero también está repleta de humor, personajes pintorescos y anécdotas caóticas y divertidas sobre la complicidad, el amor, la esperanza, la magia y la fuerza de la amistad.


La suma de los días está muy emparentado con Paula, siendo este es un libro que dejó una profunda huella en los lectores de la autora de La casa de los espíritus. En él, y a partir de la terrible experiencia de perder a su hija, Isabel Allende llevaba a cabo un honesto y detallado balance de su vida, dedicado a una interlocutora que ya no pertenecía a este mundo. Lejos de ser triste, éste es en cambio un relato vital, sabio y humorístico de la vida sin Paula: sobre la familia, la tradicional y los nuevos modelos, la maternidad, las relaciones de pareja, la infidelidad, la religión...


Por esta nueva narración desfilan personajes memorables, comenzando por la propia madre de la autora, que es capaz, desde la distancia, de aconsejar adecuadamente a su hija en los momentos de crisis. También su amiga Tabra, diseñadora de joyas que busca novio por internet, la nieta del esposo de Isabel Allende, Sabrina, que será adoptada por dos lesbianas budistas… El mundo de esta autora está lleno de amor, de contrariedades y de hechos notables. Pero sobre todo, esta obra está escrita por una mujer de fuertes convicciones y cuya principal cualidad es y ha sido la valentía.


Si yo poseyera la calidad y la amenidad de Isabel Allende a la hora de escribir, también contaría mi vida y la de mi familia. Quizá no sea tan novelesca como la suya, pero seguro que se le podría sacar partido.

2 comentarios:

ana dijo...

Cualidades no te faltan. Puedes hacerlo.

Conchi dijo...

Gracias, Ana, cómo se nota que me quieres.