Una vida por delante es una historia de perdón, de perdonarse a sí mismo y a los demás. Se centra en la confluencia de las vidas de dos grupos de personas: Einer Gilkyson (Robert Redford, aún interesante) y su ayudante y mejor amigo, Mitch Bradley (Morgan Freeman, quizás la mirada más profunda del cine), que llevan viviendo y trabajando juntos cuarenta años en el rancho de Einer en el noroeste de Wyoming, y Jean Gilkyson (Jennifer López), la nuera de Einer, y su hija de once años, Griff, que huyen de los malos tratos del novio actual de Jean, Gary.
Es una peli “potita”, llena de buenos sentimientos, donde se ensalza la amistad y la concesión de segundas oportunidades, todo ello aderezado con tintes ecologistas (preciosos los paisajes abiertos de Wyoming) y de denuncia de la violencia de género. Más simple que el mecanismo de un botijo, pero efectiva e incluso emotiva si os pilla en un momento bajo.
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