lunes, 10 de octubre de 2011

El Capricho de Gaudí


Carolina ofició de cicerone por Comillas, donde es visita obligada El Capricho de Gaudí. La verdad es que me encantó. El arte modernista, que a muchos puede parecer cursi, me parece una preciosidad.


En 1883, Máximo Díaz de Quijano (cuya hermana era cuñada de Antonio López y López, primer marqués de Comillas, y, como él, indiano enriquecido en América) encargó a Gaudí la ejecución de un chalet de veraneo junto al palacio de Sobrellano del marqués, en la localidad cántabra de Comillas: El Capricho. Este edificio (1883-1885) es contemporáneo de la Casa Vicens (1883-1888), que Gaudí levantaba en Barcelona. Por eso, la construcción del Capricho fue dirigida a pie de obra por Cristóbal Cascante, amigo y compañero de promoción de Gaudí. Y aunque Cascante dispuso de una maqueta y de planos muy detallados de Gaudí, a quien consultaba todas sus dudas, viendo la minuciosidad de los detalles del Capricho y la perfección de los acabados se hace difícil creer que nunca estuviera en Comillas ,de hecho, el escultor Joan Matamala escribe en sus memorias que Gaudí le contó que había hecho un viaje de incógnito a Santiago de Compostela entre 1883 y 1885, pasando por Burgos y Comillas.



La importancia del Capricho (y de la Casa Vicens) es que son los primeros edificios de Gaudí y, por consiguiente, obras importantísimas para el devenir de la carrera del arquitecto y esenciales para el estudio de la trayectoria del conjunto de su obra y definitorias del estilo de su primera época, que se distingue, como señala L. E. Cirlot, por la influencia mudéjar, por la alternancia entre esta sugestión orientalista y el medievalismo, y por la aparición progresiva y creciente de los elementos que corresponden a la época de madurez de Gaudí.



El exterior del edificio se caracteriza por la utilización de la piedra en la parte baja, del ladrillo visto adornado con franjas de cerámica vidriada que representan girasoles y hojas en el resto, y la superposición de la superficie curva frente a la recta.


El Capricho es una muestra de la plenitud de la tendencia oriental en la que Gaudí halló espléndidas soluciones, como la torre-minarete (o alminar persa) y que es el elemento definitorio de esta obra y el primer precedente de una solución arquitectónica que aparecerá en futuras construcciones como Bellesguard o los Pabellones del Parc Güell. En el remate de la torre, toda ella revestida de la misma cerámica que las franjas, acentuando así su verticalidad, hay un delicioso templete sostenido por cuatro columnas de fundición, en el que la geometrización de la cúpula, según el ya citado Cirlot, es un verdadero cubismo realizado con un cuarto de siglo de antelación.


http://www.elcaprichodegaudi.com

1 comentario:

Johnny dijo...

Gaudí me parece extraordinario y nada cursi, te tengo envidia por estar en esos lugares jejejeje