Resfriada (2ª parte)

Hoy, sábado, se ha pasado el día lloviendo sin excesiva intensidad. No me ha desbaratado plan alguno pues estoy de baja. Sí, amigos, sí, esta es la crónica de una baja anunciada.

Tras casi dos semanas de resfriado, se me habían acabado los medicamentos y yo seguía con la voz tomada y con accesos de tos, pero sin dejar de trabajar. Creo que lo que me acabó de descomponer fue que el martes a mediodía fui al tanatorio donde tenían puesto el aire acondicionado. Al volver a clase por la tarde, la voz apenas me salía audible y los ataques de tos se sucedían con mayor frecuencia. Me iba dando cuenta de que así no aguantaría hasta la última clase, de 8 a 9 de la noche, que, para colmo, era de Francés, donde tengo que esforzarme más en pronunciar lo mejor posible, así que llamé a mis alumnos para que no acudiesen a clase.

Las clases del miércoles por la mañana las acabé a trancas y barrancas y de allí seguidita al centro médico. Con el hilillo de voz que apenas me quedaba le expliqué a la doctora mi situación. Me auscultó, me miró la garganta y, ¡por fin!, me recetó antibióticos. No tuve que echarle teatro para darle cuenta de las dificultades con que me encontraba para trabajar. Ella misma me sugirió si me daba la baja un par de días. Fui a llevar el papel al Ayuntamiento, a la farmacia a por los medicamentos y de ahí a casa de donde no he salido, con la esperanza de recuperarme de una vez por todas.

El lunes he de volver al centro médico a que me dé el alta, espero. Como tengo puente y no me reincorporo al trabajo hasta el miércoles, confío en que estaré en plena forma.