Sinopsis:.
París, 1928. Tras la Revolución Rusa de 1917 y, tras varios años de exilio, un grupo de súbditos leales al Zar de Rusia sigue buscando a la Gran Duquesa Anastasia, la única superviviente de la matanza de Ekaterimburgo (1918), ciudad donde los bolcheviques de Lenin acabaron con la dinastía de los Romanov.
Cuenta la leyenda de la gran duquesa Anastasia Nikoláyevna de Rusia, quien supuestamente escapó de la ejecución de su familia a manos del ejército bolchevique. Años después, una huérfana amnésica de nombre Anya trata de descubrir la verdad sobre su pasado. Más tarde conoce a un joven llamado Dimitri. Juntos tendrán que buscar a la familia de ella.
En la escapada a Madrid solemos ver un musical. Esta vez fue el turno de Anastasia, recién estrenada. La historia, leyenda más bien, es harto conocida: la supuesta heredera de la dinastía Romanov, que sobrevivió a la matanza de la familia real por parte de los bolcheviques.
La puesta en escena es como la de un cuento Disney: colorida, preciosista, con una escenografía espectacular, cambiante constantemente, por no mencionar el vestuario lujoso y elegante. A pesar de la impecabilidad de los números musicales, no me llegó a emocionar. Si no se me asoman las lágrimas a los ojos, mala señal. Quizás fuera porque no me sonaban las canciones ni conocía al reparto, el caso es que, por muy preciosa que era la función, no me entusiasmó.
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