Cuando Arthur Curry descubre que es mitad humano y mitad atlante, emprenderá el viaje de su vida en esta aventura que no sólo le obligará a enfrentarse a quién es en realidad, sino también a descubrir si es digno de cumplir con su destino: ser rey, y convertirse en Aquaman.
El domingo 23 de diciembre llevamos a Luna a ver Aquaman. Con lo de intensitas que pecan las versiones de cómics de DC, esta parece más de Marvel por tener un tono más ligero y humorístico, y un universo más colorido y exuberante. Además, es de agradecer el mensaje ecologista. Desconocía el paralelismo artúrico del protagonista, que se llama Arthur y tiene su propia Excalibur. Como los héroes caballerescos, esa fuerza de la naturaleza ha de superar pruebas en reinos hostiles poblados por toda clase de bichos acuáticos autóctonos, lo que a una servidora llegó a cansar.
Menos mal que ayuda la presencia de Jason Momoa, nacido para encarnar el personaje, al que habría que conceder el título de Mister Pelo Pantene. También aparece el que fue otro cachas en su juventud, el sueco Dolph Lundgren. El que no sé qué se le ha perdido en Atlantis es Willem Dafoe en plan sensei subacuático: no pega no con cola. Por no hablar de la glamurosa Nicole Kidman, a la que es difícil de imaginar como madre de Aquaman, teniendo en cuenta que apenas le lleva 17 años.
Pese que para mi gusto le sobra metraje, me entretuvo bastante.
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