martes, 29 de julio de 2008

Literatura botiquín


Os invito a leer esta columna de la novelista Espido Freire donde reflexiona sobre el poder curativo de la escritura en general y de los blogs en particular.


LITERATURA BOTIQUÍN

La literatura es peligrosa. Por su capacidad de hacer daño, y también por sus cualidades curativas, debería extenderse bajo receta. Provoca insomnio o agotamiento. Puede llevar a una obsesión histórica, o al enamoramiento de personas que murieron ya, o que nunca existieron. Pero cuando cura, nada perdura más que el agradecimiento al libro que mitigó una herida.

Leer no sirve para lo mismo que la escritura. Cuando se lee, los problemas se reconocen, y por una proyección simbólica hacemos nuestras frases de los personajes con los que nos identificamos. A quien se idealiza es al autor: como un telépata, ha conectado con las respuestas que buscábamos. No resulta casual que en el moderno coaching emocional y, sobre todo, en el mundo de la empresa se busque asesoramiento en los clásicos literarios: ya sabían lo que ahora nosotros aprendíamos.


Cuando se escribe, en cambio, incluso sin pretensiones literarias, el esfuerzo por ordenar la mente prevalece por encima del problema en sí. La formulación de las palabras obliga a estructurar el pensamiento. Sin la distancia que un extraño tiene, muchas veces los textos propios parecen ajenos. El tiempo los pule y disuelve la persona que éramos.


Los diarios han sido sustituidos ahora por blogs: es posible que en los diarios con candado existiera siempre el riesgo de ser sorprendidos, y se contara con esa posibilidad. Cuando los diaristas juraban contar toda la verdad a las páginas, reconocían de manera implícita que mentían a quienes les rodeaban y por otro lado, buscaban la manera de sincerarse ante ellos mismos. La mentira a todos, menos a ellos. Los blogs han despejado esa contradicción: se cuentan los problemas (o los actos de la vida, cotidianos, sin más interés que la emoción con la que se cuentan) con la posibilidad no solo de sincerarse, sino de recolectar opiniones como quien recoge hierba segada.


En el diario existía el narcisismo, el yo sobredimensionado. En el blog, una exposición continua a la mirada ajena. Un encogimiento de hombros ante lo que otros opinen. A veces, puede reforzar el ego, hincharlo hasta que se deforma, monstruoso. Otras, esa visibilidad tan discreta, anónima, el escudo de palabras tras el que se esconde una persona insegura, puede enseñarle lo atractiva que es cuando no se tiene en cuenta el físico o la presencia social, sino tan solo las palabras. La lectura seda, la escritura calma. Tan barato remedio a tantos males excesivos.

Agosto 2008 [Psychologies nº 43].

1 comentario:

Mari Pau dijo...

Buena comparación entre el diario y un blog. Me gusta más el blog porque hay amigos que leen mis pensamientos y preocupaciones y me pueden contestar, me pueden decir lo que opinan. En cuanto al ego sobredimensionado, no sé si lo entiendo, pero creo que en el blog no se da ese ego porque los amigos no tienen porque darte la razón en todo, nuestras opiniones son divergentes y distintas. Me gusta que la gente me cuente sus anécdotas y sus opiniones al igual que a mí me gusta contarlas pero aquí participamos pocos amigos. Por favor, animaros más y contad cosas, Esther, Ana, Sonia, Loli...
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