martes, 13 de enero de 2009

Crónica de un colapso anunciado


Espero que al menos en vuestra ciudad no sufrierais lo que pasó en Madrid, o sea, una desgracia apocalíptica que ni todos los poderes de la tierra hubieran podido frenar ni paliar. Eso según la señá menistra, claro. A ver, yo me hago cargo de que un fallo en la previsión meteorológica lo tiene cualquiera, que una vez que se cruza un camión en la M-30 o en la M-40 medio Madrid está paralizado, que la gente tampoco pudo prever la que se le venía encima y que, por lo tanto, cogió el coche con toda alegría aquella mañana sin ponerle cadenas… Puedo entender todas estas circunstancias, así como que, una vez bloqueada la carretera de semejante manera es muy difícil volver a desbloquearla, pero una cosa son los imprevistos y otra la respuesta a los imprevistos. Es decir, tú, responsable del tráfico de Madrid, seas quien seas, puedes no tener ni pajolera idea de que dentro de dos horas va a caer la nevada del siglo. Correcto. Pero tú, responsable del tráfico de Madrid, has de tener a tu disposición un plan de actuación minuciosamente diseñado (y a ser posible con los pies en la tierra) para que todos los recursos disponibles por tierra y aire (en este caso mar no) se pongan de inmediato a actuar de forma perfectamente coordinada. ¿No hay un departamento de emergencias en esa nuestra capital que precisamente se encarga de tales cuestiones y que al parecer respondió razonablemente bien en el 11-M? En todo caso, no es de recibo que cienes y cienes de personas se quedaran atascadas varias horas, con un frío pelón y nadie pasara por allí a atenderles, informarles y hacerles más llevadera la inevitable molestia. De todas formas, ¿a qué me sorprendo y me indigno, si ese es el comportamiento normal de entidades públicas y privadas en estos casos? ¿Que te quedas atascado en el aeropuerto en medio de un cacao maravillao de vuelos cancelados y retrasos que se te hacen eternos? A buscarse la vida toca y ni te molestes en acercarte a los mostradores de información. ¿Qué se forma un embudo en el paso del estrecho y miles de viajeros se quedan atascados en sus coches con temperaturas de cincuenta grados a la sombra? A la Cruz Roja no se le ve el pelo, cuando tenía que estar repartiendo al menos botellines de agua fresca y paliando un poco las necesidades más perentorias de la gente. Ya sé cómo suena esto: lo esperamos todo de papá Estado y mamá Administración, no sabemos cuidarnos solitos, siempre queremos que nos saquen las castañas del fuego, etc, etc. Pos naturalmente que sí: para eso somos una sociedad compleja que destina ingentes recursos a mantener un Estado que regula la mayor parte de la vida cotidiana y cuya principal misión es, a fin de cuentas, garantizar que nuestras vidas son lo más dignas y seguras posibles mediante la gestión de la contingencia, palabro que, según el diccionario de la RAE significa aquello que puede suceder o no suceder. Curiosamente, según dicho diccionario, también se usa para designar la parte que cada uno pone para la consecución de un mismo fin. Me imagino que habrá personas a las que no les guste esta ambición de poner coto al azar. Lo cierto es que nunca se podrá conseguir tal cosa, y mi consejo es que, si quieren experimentar lo que es una vida completamente libre y desprotegida, que vayan, por ejemplo, a la República Dominicana o a Haití, como personas pobres, claro, y que experimenten la libertad que se siente cuando el gobierno, por ejemplo, no te quita nada para los gastos sanitarios, pero si te da un jamacuco o, peor aún, tienes una enfermedad crónica, te ves abandonado a tu libre iniciativa… que no puede ser otra que pudrirte en silencio. Sí vale, y de Cuba hablaremos otro día.

3 comentarios:

Conchi dijo...

La señora menestra es todo un número. De acuerdo que la culpa no es todo suya. Tampoco sabré decir de quién. Lo que no es de recibo es que suceda tal caos cada vez que nieva en la capital.

Espero que el caos de Barajas no afecte a mi sobrino, su mujer y Luna adonde llegaban hoy procedentes de Costa Rica. ¡Cuántas ganas tengo de ver a la peque!

Jesús dijo...

No estamos acostumbrados a la nieve y entiendo que ante una nevada haya algo de caos, pues ni los particulares estamos acostumbrados a la nieve ni la administración cuenta con los medios que pueden tener otros países. Algo de caos es normal, pero no la que se armó. Una vez que el imprevisto ha pasado, todas las administraciones han de colaborar para evitar que el caos, dentro del mismo caos, sea el menor posible. Pero ¿ para qué tanta administración : nacional, regional, municipal si ninguna hace nada?. Sólo se han pasado el muerto los unos a los otros, nadie es responsable, nadie dimite. Así nos luce el pelo.

ana dijo...

Lo mejor es echar la culpa al otro. Así nos va.