jueves, 8 de enero de 2009

El día del Rey Moro


Me queda por contaros el día grande, el del Rey Moro, el 28 de diciembre. Como veis en las fotos, mi sobrino estaba guapísimo, imponente a la entrada a la plaza montado en un caballo precioso. La Reina Mora también, no lo niego, pero yo sólo tenía ojos para el hijo menor de mi hermana. Si estaba nervioso y me figuro que sí, lo disimuló muy bien, y con gran seguridad alzando la espada saludó a las autoridades que estaban en el balcón del ayuntamiento. Entre los aplausos unánimes de todos los asistentes, en la segunda vuelta se dirigió a saludar al balcón de una tía mía desde donde estaba viéndolo mi madre. Ahí me emocioné al pensar en lo alterada que estaría mi madre de ver a su nieto tan majestuoso. Cuando todo concluyó, la abuela de la criatura confesó que en aquel momento le temblaban las rodillas y apenas podía sostenerse en pie.


La pena es que, nada más llegar los protagonistas a la plaza, empezó una débil lluvia. Menos mal que no se convirtió en un chaparrón que hubiese ahuyentado a los espectadores. Al contrario, la gente sacó los paraguas pero de allí no se fue nadie. Al rato, cesó la lluvia y pudimos disfrutar del resto del festejo.
De allí al garaje de mi sobrino al convite que los Reyes Moros ofrecen a “danseros y ballaores”, acompañantes, banda de música, y demás familiares y amistades. Cuando acabó (sobró comida para tres banquetes más), se tomaron las fotos que adjunto. De izquierda a derecha, mi sobrino Toni, mi hermana, mi sobrino Carlos, mi hermano Tomás, la Reina Mora Salomé, mi cuñada Dolores, Lidia (la novia de Carlos) e Isabel, la cuñada de mi hermana.

Cansados pero satisfechos, terminó este acontecimiento que tuvo revolucionada a la familia unos meses.

1 comentario:

Mari Pau dijo...

Magnífico reportaje, así me gusta, detallando las cosas y poniendo fotos, que a mi siempre me gustan las fiestas de danses pero este año no podido ver ni un día.