Sinopsis:
El multimillonario fabricante de armas Tony Stark debe enfrentarse a su turbio pasado después de sufrir un accidente con una de sus armas. Equipado con una armadura de última generación tecnológica, se convierte en "El hombre de hierro", un héroe que se dedica a combatir el mal en todo el mundo.
El jueves por la tarde fuimos a ver Iron Man. La primera vez en mucho tiempo que Pedro y yo entrábamos a la misma sala de cine.
Menos mal que no es otra película más de superhéroes al uso. Por supuesto que parte de las mismas premisas del género que las demás: origen del héroe, descripción de su entorno y su lucha por el triunfo del bien sobre el malvado (la parte más floja). Dos aspectos la diferencian: por una parte, una fina ironía y el suficiente cachondeo de reírse de sí mismo en el personaje de Tony Starck, magnate de la industria armamentística, megamillonario y playboy superficial hasta que un secuestro le obliga a replantearse su modus vivendi y, sobre todo, el origen de su fortuna; y, sobre todo, la presencia de un actorazo como Robert Downey Jr. que da empaque al susodicho personaje. De no ser por la mala vida que ha llevado y que tantos problemas le causó en los rodajes, Robert sería una gran estrella en el firmamento hollywoodiense. De hecho, esta película la sustenta él con su solvencia interpretativa.
Me daba miedo que apareciese sólo en la primera parte de la película para diluirse después tras el traje de hierro. No es así, afortunadamente. Incluso en la última parte, en la Tony Starck da paso a Iron Man, vemos al actor tras la máscara casi de caballero medieval, dando vida al amasijo de efectos especiales. Lo acompañan Gwyneth Paltrow, tan sosa como siempre, con la que la química es prácticamente nula, y un raruno Jeff Bridges, rapado y con barba, como antagonista del prota.
De todas maneras, como sé que este género no es el preferido de mis queridos bloggeros, no se me ocurriría recomendarla.
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