La crónica social de la semana tiene como punto de atención el bautizo de Luna el pasado sábado. Los padrinos fueron mi sobrino Carlos José, hermano del padre de la criatura, y Eugenia, la abuela materna. Para oficiar la ceremonia, mi sobrino invitó a Nacho, el cura más atípico que conozco del que os hablaré otro día.
La niña, totalmente consciente de los flashes de los fotógrafos, se portó de maravilla y no derramó una lagrimilla ni berreó cuando le echaron el agua.
De la iglesia al restaurante, a pleno sol, se hizo un trayecto interminable por las paradas que el padrino provocaba al lanzar dinero al aire, tal como es costumbre aquí, para que niños (y no tan niños) se lancen a recogerlo del suelo.
En el restaurante Nou Palacio unos setenta invitados disfrutamos del aire acondicionado y de un menú delicioso y abundante en un ambiente de buen humor.
4 comentarios:
Que cambiado veo a nacho.
y el convite? jeje
Yo encontré a Nacho igual que siempre, Esther. Otro día pondré una foto donde se le ve mejor, a ver si sigues encontrándolo tan cambiado.
Err, confieso no conocer al padre Nacho, así que no entraré en el debate que aquí se ha suscitado. Lo que sí diré es que la nena ha demostrado unas tablas envidiables y ha sabido salir airosa ante tanto público pendiente de ella. Por no hablar del temple de acero que demuestra el no decir ni mú al someterse a la prueba de la pila bautismal.
Enhorabuena a toda la familia y que disfrutéis de ella y la cuidéis como se merece.
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