viernes, 3 de julio de 2009

Celebración familiar




Llega el final de la primavera, el comienzo del verano y las ceremonias familiares se multiplican como setas. Buena señal, al fin y al cabo, porque eso significa que la gente se casa, que nacen niños que han de bautizarse y que han logrado crecer sanos y salvos hasta el final de la primera infancia. Esto es más o menos es lo que conmemora la Primera Comunión, pues en esencia es un rito de paso, tanto en el aspecto religioso como en el social. Eso fue lo que celebramos mi familia y yo a principios del mes pasado (¡bien por mi puntualidad en el blog!), pues mis sobrinas mayores Raquel (rubia) y Paula (morena) tras cumplir nueve y ocho años respectivamente recibieron su primera comunión de manos de nuestro párroco, el señor Baldomero, tan tan teatrero como de costumbre.
La ceremonia fue más bien lenta y plúmbea pese a los intentos del señor párroco por amenizarla, pero lo cierto es que no nos importó: como es natural estábamos pendientes de cómo lo llevaban las niñas, de si respondían correctamente a las preguntas de catecismo (facilitas) que el cura les hacía y de cómo mi sobrina mayor se ofreció voluntaria para leer un pasaje bíblico (hincha pecho). Lo cierto es que lo hizo bien, con fluidez, pero en voz algo baja y con demasiada rapidez, probablemente porque la pobre no entendía ni la mitad de las palabras y expresiones del vocabulario bíblico. Algo es algo, sin embargo. La pequeña, Paula, a pesar de que es más tímida y menos relaciones públicas que su hermana, también se desempeñó bien, manteniéndose tranquila y compuesta durante toda la ceremonia.
Las fotos que aquí veis no son las de su traje de primera comunión, pues lo hicieron con hábitos monacales blancos muy bonitos que se comparten para todos los niños de la parroquia, permitiendo que de este modo los padres se ahorren un pastón en los trajecitos de marras. Sí, los niños y niñas están monísimos con ellos, y aún recuerdo la ilusión que me hizo a mí en su momento que mis padres me compraran uno tipo novia, con sus tules y su gorrito de encaje, pero no deja de ser un dispendio y a mis sobrinas no les ha importado ir así.
Estas imágenes fueron tomadas en una sesión fotográfica para elaborar los recordatorios. Mi hermana quería algo personalizado y un poco original, y como le gustaron todas las fotos que se tomaron en la sesión, pese a que algunas son poses poco ortodoxas, hizo los recordatorios con todas ellas.
En fin, hoy tocaba post de tía chocha.

2 comentarios:

Conchi dijo...

No eres la única tía chocha que hay por aquí, como bien sabéis. Tus sobrinas están de dulce y tu orgullo más que justificado.

(Carolina: estoy en la biblioteca, he venido para escribirte pero yahoo no me deja enviarte el a-mail. Lo siento. Será el lunes, Dios mediante)

Mari Pau dijo...

Muy bien por tus sobrinas, Carolina. Muy originales, fuera el traje de novia blanco, dispendio inútil y pasado de moda.