martes, 17 de noviembre de 2009

Concierto de la Banda Municipal de Alicante


El viernes por la noche salí media hora antes de currar pues no quería perderme el concierto que la Banda Municipal de Alicante daba en la Casa de Cultura. Sabréis que en Agost existe una gran afición musical. Son numerosos los paisanos míos que han hecho de la música su sustento, desde carrera militar en bandas del ejército hasta orquestas civiles pasando por profesores de conservatorio o de primaria y secundaria en la especialidad de música.

El motivo de la presencia de nada menos que la Banda Municipal de Alicante, entre cuyos miembros se encuentran paisanos míos, era conmemorar el 25º aniversario del fallecimiento de un profesor local, Juan Molina Payá, que contribuyó a la formación de esos futuros profesionales. Prueba del arraigo de la música en Agost es que tenemos dos bandas de cierta categoría, inusual para un pueblo tan pequeño. Dada nuestra peculiar idiosincrasia, la rivalidad entre miembros y partidarios de una u otra es feroz, lo que se traduce a la hora de asistir a los conciertos que ofrezcan, donde no se verá a los seguidores de una en el concierto de la otra.

Por una vez se superó el pique y la Casa de Cultura se abarrotó para disfrutar de la ocasión única de tener a esos excelentes profesionales. La primera parte del programa constó de piezas de la Suite española de Albéniz, cuyo centenario también se celebraba, mientras que la segunda se compuso de composiciones del homenajeado y de otros paisanos. Lástima que la música clásica sea una de las mayores lagunas de mi formación, lo que me impidió disfrutarlo aún más; con todo, me encantó el acto.

2 comentarios:

Johnny dijo...

Es un deleite escuchar música con una orquesta, banda o sinfonica, por lo menos a mi me encanta todo lo que es música sea clásica o actual, con sus reservas en cuanto a estilos como el punkrock y cosas por el estilo.

carolina dijo...

La verdad es que casi siempre escuchamos música a través de la radio y es difícil poder escucharla en directo. Hace ya varios meses tuve el placer de escuchar a un bluesman en un pub al que suelo ir habitualmente. Fue una experiencia muy agradable porque, aparte de que es un estilo de música que me gusta, se notaba que al cantante le apasionaba lo que hacía; además, sumamos a eso el poder escuchar cómodamente sentada en una mesa degustando un par de cerveciolas y tenemos la velada perfecta.
Lo triste es que en Cantabria no es algo que suceda frecuentemente.