Sinopsis:
Inspirada en los cómics de Marvel y dirigida por Tim Miller (Rockfish),Deadpool narra la historia del operativo de las Fuerzas Especiales reconvertido en mercenario Wade Wilson (Ryan Reynolds) quien, después de someterse a un experimento por culpa de un cáncer terminal, adquiere una serie de poderes sobrenaturales que, sin embargo, lo desfiguran por completo. Armado con sus nuevas habilidades y un sentido del humor muy negro, Wilson busca atrapar al hombre que le ha destrozado la vida.
Ya íbamos prevenidos de que, por muy Marvel que fuera, poco tenía que ver este sinvergüenza malhablado con el resto de los superhéroes en pos de la salvación global. Como las expectativas no eran muy altas, no me la pasé nada mal, desde los originales y descacharrantes títulos de créditos hasta la escena post créditos que todo marveliano sabe que hay que esperar y que, por cierto, me recordó a la ochentera Todo en un día.
Tiene momentos divertidos, sobre todo cuando rompe la cuarta pared y se dirige al espectador, o cuando se chotea de los X-Men, en especial de Lobezno. De hecho, el actor Ryan Reynolds (no me vuelve loca pese a su cuerpazo de escándalo, aunque me cae bien de las veces que lo he visto en El hormiguero se refiere a sí mismo en boca del personaje o lanza pullas cojoneras contra el mismísimo Hugh Jackman, sin olvidarse del propio Ryan. Ed Skrein es demasiado guapo para hacer de villano.
La película es como unos dibujos animados al estilo de Tom y Jerry donde se daban tortas como panes, pero aquí más al estilo de Rasca y Pica. La excesiva violencia y las expresiones soeces, no tanto las escenas sexuales, no la hacen apta para menores, aunque me da que muchos niños están de vuelta de todo.
Quiero volver a verla en VOSE para aprender un montón de groserías y compararlas con las traducciones, que mira que será difícil acoplar todos esos juegos de palabras a otro idioma.
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