Sinopsis:
Es el primer día del año 1900 y acaba de nevar en Texas, algo bastante raro en un sitio por lo general muy caluroso. A Calpurnia le fascina el fenómeno, de la misma manera en que le maravilla toda la naturaleza que la rodea desde que su abuelo le enseñó los prodigios de las ciencias y le hizo leer a Darwin. Todo esto, claro está, mientras procura eludir los intentos de su madre de convertirla en una señorita como corresponde, es decir, que aprenda las artes de la costura, a tocar el piano y buenos modales. Por suerte para ella, en el camino de la familia Tate se cruza el doctor Pritzker, un joven veterinario que permitirá a Calpurnia acompañarle en sus visitas y conocer de cerca su trabajo. ¿Hace falta decir que casi al instante nuestra amiga decide que quiere ser veterinaria? ¿Y el terremoto que este plan supone para su familia?
No quiero abandonar la lectura, así que procuro elegir libros no demasiado profundos que me retraigan. El curioso mundo de Calpurnia Tate fue una buena elección tras haber disfrutado hace cuatro años de La evolución de Calpurnia Tate, un delicioso retrato de una preadolescente en la América profunda del cambio de siglo. En esta segunda parte estamos en 1900 y la protagonista se desespera porque nadie, excepto su abuelo, la anima a estudiar, con lo que le gustan las ciencias y lo que daría por poder ir a la universidad, privilegio reservado a sus hermanos. Con que la niña sepa llevar la casa, coser, tocar el piano y poco más, según sus padres, encontrará un buen marido que será todo lo que necesite.
Es una delicia leer las peripecias en la granja y las relaciones con personas y animales, domésticos o no. Calpurnia, a su pesar, se hace mayor y evoluciona en pensamientos y reacciones. Sufre por la hostilidad del entorno a sus pretensiones y por la injusticia de su sexo en una época desfavorecida para sus pretensiones. Lo que lleva a plantear lo poco que apreciamos -y aprovechamos- a veces las ventajas que nos ofrece la vida actual.
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