viernes, 5 de octubre de 2018

Cena de quintos



El pasado viernes 28 de septiembre tuvo lugar la anual cena de quintos. La consigna para este año era ir vestidos de blanco, en plan fiesta ibicenca. Para mí resultó un contratiempo porque parte de arriba tenía pero de abajo no ni tampoco encontré en el mercadillo. Al final me prestó la mujer de mi sobrino Carlos una blusa más chula que la mía y me puse la falda vaquera, que es la más informal que tengo.


Con el resfriado encima procuré tomar todas las precauciones a mi alcance, como apartarme de corrientes de aire o tomar bebidas excesivamente frías. Aun así, no me encontraba en mis mejores facultades para estar de fiesta y temí tener que retirarme antes de lo usual por problemas respiratorios. Aunque pasé algún bajón, gracias a la buena compañía me rehíce y aguanté bien hasta las 2 de la madrugada más o menos.


Este año fuimos unos pocos menos que el anterior, con altas y bajas, pero con la mayoría del núcleo duro intacto. Como es de costumbre, cenamos de maravilla en el restaurante Els futbolins de nuestra quinta Paqui, que tuvo la amabilidad de ponernos música para bailar y reírnos, que es lo que tanto bien nos hace. Los jóvenes DJs, el hijo de la dueña y la novia, flipaban con nuestras peticiones, desde Raffaella Carrá hasta Tino Casal pasando por Bosé, Alaska, Tequila o los imprescindibles Village People, para que los quintos se luzcan emulándolos.

A pesar del cansancio y la enfermedad, me lo pasé en grande, pues estas personas se han labrado un hueco en mi corazón y los quiero mucho.

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