Sinopsis:
Michael, un escritor que atraviesa una fase de bloqueo, y Kate, una mujer que trata de convertirse en una buena abogada, son dos mejores amigos de alrededor de la treintena de edad que viven en Los Ángeles y que pasan por todos los momentos, buenos y malos, siempre juntos. De esta manera hacen frente a una serie de desafíos como rupturas sentimentales con sus respectivas parejas, problemas en el trabajo… que se ven amplificados aún más por el hecho de ser sordos.
Muchas veces las personas con discapacidad nos quejamos de que no se nos conoce. Entono un mea culpa porque yo soy la primera que desconozco otras dolencias distintas a la mía. Por ejemplo, las personas sordomudas. Esta serie es una aproximación a ellas y, para mí, una revelación. No puedo, gracias a Dios, figurarme cómo será su existencia privados de sonidos, pero sí al menos tener una idea más cercana. Para ello, se prescinde de la banda sonora y, cuando hablan por signos los dos protagonistas, notamos el clamoroso silencio en el que viven.
Por lo demás, comparten problemas amorosos, profesionales y familiares como cualquier hijo de vecino.
Por encima de todo, es un canto a la amistad incondicional, de esas fuera de sospecha de tensión sexual no resuelta por el hecho de que el protagonista masculino es gay.
Una temática actual, cuya primera temporada, de seis episodios de menos de media hora, acaba con dolor de corazón. Ojalá tenga continuación.
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