martes, 2 de octubre de 2007

Cena de quintos


Unos coetáneos míos organizaron una cena de quintos. Se tomaron el trabajo de primero ir al juzgado para sacar el listado de los nacidos en Agost en 1964 y al ayuntamiento para completar la lista con los demás empadronados nacidos en el mismo año, y después enviarnos a todos -casi 90- una carta avisándonos de la fecha, lugar y precio de la cena. Me duele reconocer que mi quinta ha sido bastante desastrosa en el sentido de reunirnos. Solo habíamos celebrado una reunión anterior hacía cinco años cuando otras quintas se reúnen anualmente. Llegado el día, nos juntamos 27, cosa que me alegró, pues pensaba que seríamos menos.

No sé si son ganas locas de pasar una velada sin la pareja o el efecto de las primeras cervezas o copas de vino, el caso es que a los pocos minutos teníamos tales carcajadas y gritos que ni de parvulario. O me tragaba la vergüenza ajena o me aburría, de modo que no tardé en unirme a la juerga y a competir a ver quién soltaba la chorrada más gorda.

También hubo momentos para la nostalgia, desde anécdotas del cole hasta los referentes de televisión y cine que, en una generación como la nuestra, son los mismos para todos: Un globo, dos globos, tres globos, Los payasos de la tele, La guerra de las galaxias, Grease o El lago azul, por citar sólo unos cuantos.

Tras la cena nos pusieron música para bailar con barra libre hasta las 3. Elegí a un quinto que me merecía confianza para que me sirviera un whisky corto con limón, y con él (el whisky) pasé toda la noche. No necesité beber más para reírme y pasármelo pipa.

Y para divertirme con ciertas observaciones: ningún quinto se propasó con las compañeras pero sí entre ellos. A la broma y a la tontería los chicos se metían mano, se tocaban el culo y lo que no es el culo, se abrazaban con movimientos de esquí,… lo que corrobora mi teoría de que a los hombres, en cuanto se toman cuatro copas, les sale el mariposón que llevan dentro, y perdón por el lenguaje políticamente incorrecto pero no irrespetuoso. Me da la impresión de que, si no hay más homosexuales, es porque muchos no se atreven a probarlo.

Acabada la música a las 3, me fui a casa con unas vecinas mientras que el resto continuó la juerga en un pub. Se notó que llevo tiempo retirada de la vida pública ya que estaba agotada. En la euforia del momento nos comprometimos a repetir la cena cada último viernes de septiembre. Dentro de un año os contaré.


Me vais a perdonar que no ponga fotos del evento. A sabiendas de que por aquí nos asomamos los cuatro gatos de siempre, no quisiera que si, por un casual, alguien las viera, se molestase.

4 comentarios:

Mari Pau dijo...

Jaja... Conchi, m'ha agradat això de que tots els homes porten dins un homosexual, i les dones? Pensa-hi, jo crec que també jaja...

Mari Pau dijo...

Per cert, m'alegre de que "pasaras una noche loca". A que era en el Palacio?

Conchi dijo...

Sí, la cena fue en el Palacio.

Las mujeres, no tanto. "Si somos bollo, lo somos, y si no, no vamos dando picos a la compañera del al lado (bueno, menos Madonna y la Britney Spears)" (Carolina dixit, gracias por prestarme tu comentario).

Mari Pau dijo...

I quan anem ben agafadetes del bracet per ahí? Aixó els homes ni borratsos ho fan.