Acabo de regresar de un estupendo fin de semana en Lisboa.
Aunque un poco pasada por agua, tengo que reconocer que mi segunda visita a la capital portuguesa ha sido mucho más satisfactoria en todos los sentidos.
Siempre había oído hablar de las maravillas de Lisboa, y la verdad es que volví un poco decepcionado de mi primera estancia lisboeta. Me pareció una ciudad sucia, caótica, decadente que se caía a pedazos. La gente seria y antipática. Me fue difícil encontrar el encanto de esta ciudad del que todo el mundo hablaba … y además, creo que influyó bastante mi situación personal y anímica de ese momento.
Tres años después, mi visión es diferente. Es cierto que muchas partes de Lisboa se caen literalmente a pedazos, es cierto que se respira un cierto olor a decadencia, es cierto que la gente me ha parecido seria, pero ahora sí he sabido descubrir el encanto de Lisboa y he disfrutado de la amabilidad de los lisboetas.
Quizás hayan influido mis conocimientos de portugués (brasileiro) o quizás haya sido que ahora sí que me he dejado poseer por ese espíritu lisboeta sin caer en su saudade-melancolía. Os recomiendo perderos por las calles del Chiado o del Bairro Alto, disfrutar de sus plazas recoletas, disfrutar de sus pastelitos de Belém, o de cualquiera de sus pastelarias, descubrir las iglesias, las galerías de arte … los miradores … y todas las delicias que nos ofrece esta ciudad.
Aunque un poco pasada por agua, tengo que reconocer que mi segunda visita a la capital portuguesa ha sido mucho más satisfactoria en todos los sentidos.
Siempre había oído hablar de las maravillas de Lisboa, y la verdad es que volví un poco decepcionado de mi primera estancia lisboeta. Me pareció una ciudad sucia, caótica, decadente que se caía a pedazos. La gente seria y antipática. Me fue difícil encontrar el encanto de esta ciudad del que todo el mundo hablaba … y además, creo que influyó bastante mi situación personal y anímica de ese momento.
Tres años después, mi visión es diferente. Es cierto que muchas partes de Lisboa se caen literalmente a pedazos, es cierto que se respira un cierto olor a decadencia, es cierto que la gente me ha parecido seria, pero ahora sí he sabido descubrir el encanto de Lisboa y he disfrutado de la amabilidad de los lisboetas.
Quizás hayan influido mis conocimientos de portugués (brasileiro) o quizás haya sido que ahora sí que me he dejado poseer por ese espíritu lisboeta sin caer en su saudade-melancolía. Os recomiendo perderos por las calles del Chiado o del Bairro Alto, disfrutar de sus plazas recoletas, disfrutar de sus pastelitos de Belém, o de cualquiera de sus pastelarias, descubrir las iglesias, las galerías de arte … los miradores … y todas las delicias que nos ofrece esta ciudad.
2 comentarios:
Ahora vamos para allà...
La vi de pasada cuando fui a la Expo y me quedé con ganas de más.
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