martes, 30 de octubre de 2007

Testimonios de peluquería


Siempre me he preguntado si los testimonios que los realities tipo El diario de Patricia están amañados ya que no concibo que la gente confiese sus miserias sin pudor. El viernes pasado viví un caso digno de mención que no me resisto a compartir con vosotros. A ver qué os parece.

Al entrar en la peluquería y dar los buenos días, interrumpí una conversación acalorada entre una señora muy arreglada de unos 70 años a la que no conocía de nada, y otra de unos 50; de vez en cuando metía baza la peluquera que es de mi edad. Tan pronto me percaté del cariz del coloquio, me sumergí en una revista del corazón para evitarlo pero con la antena extendida pues no daba crédito a mis oídos. Por lo que pude deducir y que luego me corroboraron, la señora mayor se quejaba de no haber mantenido relaciones sexuales desde los 40 años cuando la operaron y le dejaron “el agujero demasiado estrecho” (palabras textuales, de verdad). La peluquera y la otra mujer intentaban convencerla de que existen otras prácticas, aparte de la penetración, igual o más placenteras. La señora cincuentona se dirige a mí y me espeta: “¿Verdad que sí?” metiéndome así en el fregado. No pude más que darle la razón.
La abuela insistía en que su marido no sabía más que “meter y sacar”, lo que a ella le molestaba sobremanera. Sugerí que le pidiera que cambiase de táctica y me contestó: “Uy, no, qué vergüenza, eso tiene que salir de él”. Ahí no me pude contener: “Señora, ningún hombre es adivino, si quiere algo de un hombre, en la cama, en la cocina o donde sea, no espere que lo adivine, pídaselo bien clarito”. “Eso, eso, -apoyaba la de 50-, hágale caso que esta chica es muy moderna y sabe lo que se dice”, con lo que yo flipaba.
La señora mayor continuaba confesando que le hubiese gustado… e hizo un gesto gráfico con la lengua, pero que su marido nunca lo había intentado. La peluquera le preguntó: “Y usted, ¿se lo ha hecho a él?” Respuesta antológica: “Uggggggggg, no, qué asco, lo probé una vez y me dieron arcadas”. Las demás explotamos: “Señora, no sea tan egoísta y no pretenda que le hagan algo que no está dispuesta a hacer”. No había manera de apearla del burro.

Seguía lamentándose de que su cuerpo necesitaba caricias porque aún estaba de muy buen ver. Y ni corta ni perezosa, se sube el jersey ¡y se saca una teta del sujetador! No nos quedó otra que darle la razón, qué remedio.

Podría seguir contando barbaridades así, pero creo que os hacéis una idea. La verdad, no acabo de entender cómo alguien se pone a revelar sus intimidades sexuales a unos desconocidos.

3 comentarios:

ana dijo...

JA, JA , JA. Lo cuenta en la peluquería y no es capaz de contárselo a su marido, me cuesta trabajo creer semejantes historias, pero parece que ocurren.

Mari Pau dijo...

Conchi, vaig a canviar-me a la teua peluqueria immediantament

Mari Pau dijo...

La verdad es que si esta buena mujer no quiere hacer sexo oral a su marido y quiera que se lo haga a ella, pues va a ser que no. Por otra parte, que alucinante, una tierna abuelita hablando abiertamente de sexo oral en la peluquería. Si no fuera porque lo dices tu, que para mi eres creible el l00% no lo creería.