Sinopsis:
Una exnovia enfadada. Un invitado no deseado. Un secreto. Una pastilla que no está donde debería. El gran amor que se escapó. Dos versiones alternativas de una misma boda en las que Jack, hermano de la novia, tendrá que lidiar con una exnovia un poco alterada, un invitado no deseado que guarda un secreto, una pastilla para dormir en el lugar incorrecto y la chica que lo plantó. Cada una con un final distinto...
Netflix se está convirtiendo en el último reducto de la comedia romántica. Esta combina rasgos de clásicos del género como Cuatro bodas y un funeral, con películas de repetición de acontecimientos como El día de la marmota.
Para vertebrar todo esto, el monísimo Sam Claflin es digno sucesor del rey de la comedia romántica inglesa de los 90, Hugh Grant, con su repertorio de mohínes, muecas y sonrisas que desarman.
Hay que ver lo que da de sí una boda, más si la acompañan una lujosa finca, italiana para más inri. Lo que cansa es la habitual escena de borrachera o de ingesta de drogas, lo que también pasa en las novelas románticas. Quiero achacarlo a falta de imaginación y no a que el público lo demande.
He leído críticas adversas por la concesión al final feliz. ¡Que esto no es cinéma realité, señores! Es un producto de escapismo para pasar un rato distraído. Nada más y nada menos.
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