Sinopsis:
Montevideo, 1980. Víctor es un cineasta amateur a punto de vender su cámara para poder financiar una ínfima parte de su casamiento y no darle el placer de pagar todo a su futuro suegro. Hasta que llega una oferta salvadora: un “empresario” no muy legal les encarga hacer una película a él y a su amigo videoclubista. La felicidad de Víctor dejará de existir al enterarse de que la película es una porno. Protagonizada por Ashley Cummings, una estrella internacional, la adaptación X de La novia de Frankenstein será la primera porno uruguaya. Si es que llega a filmarse, claro.
A pesar de lo escandaloso del título, se trata de una comedia agridulce paraguaya que se ve con agrado, al igual que se oye: con esto me refiero a que no hay demasiados localismos en los diálogos, de modo que se entiende bien para los españoles.
Destila nostalgia por los años 80, cuya ambientación es excelente, en ropa, decoración y demás. Esos videoclubs de entonces, nidos de cinéfilos en potencia, gracias a los cuales nos aficionamos al séptimo arte o simplemente nos entretuvimos y empapamos de referentes, cosa de la que carece la generación de ahora.
Por esos vídeos también muchos jóvenes se acercaron al sexo, quizá no lo más adecuado pero sin duda mucho mejor que el porno actual, tan sumamente violento, agresivo y humillante para la mujer.
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