Sinopsis:
Músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago, héroe y asesino. Kvothe es un personaje legendario, el héroe o el villano de miles de historias que circulan entre la gente. Todos le dan por muerto, cuando en realidad se ha ocultado con un nombre falso en una aldea perdida. Allí simplemente es el taciturno dueño de Roca de Guía, una posada en el camino.
Hasta que hace un día un viajero llamado Cronista le reconoció y le suplicó que le revelase su historia, la auténtica, la que deshacía leyendas y rompía mitos, la que mostraba una verdad que sólo Kvothe conocía. A lo que finalmente Kvothe accedió, con una condición: había mucho que contar, y le llevaría tres días.
Es la mañana del segundo día, y tres hombres se sientan a una mesa de Roca de Guía: un posadero de cabello rojo como una llama, su pupilo Bast y Cronista, que moja la pluma en el tintero y se prepara a transcribir...
El temor de un hombre sabio empieza donde terminaba El nombre del viento: en la Universidad. De la que luego Kvothe se verá obligado a partir en pos del nombre del viento, en pos de la aventura, en pos de esas historias que aparecen en libros o se cuentan junto a una hoguera del camino o en una taberna, en pos de la antigua orden de los caballeros Amyr y, sobre todo, en pos de los Chandrian. Su viaje le lleva a la corte plagada de intrigas del maer Alveron en el reino de Vintas, al bosque de Eld en persecución de unos bandidos, a las colinas azotadas por las tormentas que rodean la ciudad de Ademre, a los confines crepusculares del reino de los Fata. Y cada vez parece que tiene algo más cerca la solución del misterio de los Chandrian, y su venganza.
En septiembre de 2009 os comentaba la lectura de El nombre del viento, donde se narraban las peripecias del joven Kvothe en un mundo de aventuras fantásticas. Sin ser en absoluto aficionada a este género, nunca se me habría ocurrido leerlo de no ser porque José Ángel me lo regaló por mi cumpleaños. Hace meses vi que tenían la continuación en la biblioteca local. No me decidía a tomarlo prestado por dos razones primordiales: Primera, las 1198 páginas que hacen de él un volumen pesado de manejar; y segunda, mi proverbial falta de memoria. Empecé con algo de miedo la lectura sin recordar prácticamente nada de la historia ¡tres años después! Por suerte, en los primeros capítulos el autor hace una buena labor recopilando personajes y situaciones, ayudando al lector a volver al universo del asesino de reyes.
En una novela tan extensa es muy difícil que se mantenga el ritmo y el interés a lo largo de más de mil páginas. Hubo ratos que se me hizo pesado, lo admito. Pese a sus fallos (tramas que no aportan nada, lentitud en el desarrollo de algunas historias, personajes demasiado estereotipados...) es entretenido y engancha a poco que gusten este tipo de historias. Lo que no se es cómo el autor va a cerrar todas las tramas que quedan pendientes en un solo libro, el que cierre la trilogía, sin que se nos quede cara de tontos a los lectores (o sin que el libro tenga 2000 páginas...). Tampoco me preocupo porque, cuando salga, no creo que me acuerde de este que acabo de leer. Lo que más gracia me hace es que cada libro transcurre en un día pues son las memorias del protagonista dictadas a un Cronista que las transcribe a mano. ¿A qué velocidad escribirá ese amanuense para anotar en pocas horas el equivalente a 1200 páginas de letra impresa?
3 comentarios:
Yo que trabajo en la biblioteca os puedo decir que no hay mucha gente que se haya atrevido con él. Ahora, Conchi, puede con todo!
¡Gracias, Mª Dolores!
Si lo lees tú, para los demás es un gran desafío.
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