martes, 25 de septiembre de 2012

Queridos maestros




Hace unas semanas me convocaron a una comida con los maestros que tuve en la segunda etapa de la EGB. Le di muchas vueltas a si asistir o no puesto que el almuerzo estaba organizado por la promoción anterior a la mía, que tuvieron el mismo profesorado. Conocería a todos los asistentes ya que somos paisanos, pero no dejaría de ser una intrusa entre ellos. Antes de continuar, he de dejar claro que todos los comensales me trataron de maravilla, lo que les agradezco.

Si al final me animé a ir ese 8 de septiembre fue gracias a la insistencia de Mila, la organizadora, y a que don Antonio, mi entonces maestro de Matemáticas y Ciencias Naturales, manifestó su interés en verme. No solo eso, sino que pidió sentarse a mi lado en la mesa. Nada más verme me preguntó: “¿Sigues escribiendo, Conchi?”. Le respondí que sí, pero solo para un selecto número de lectores. Él siempre me animó a escribir cuentos infantiles, “que son los que dejan dinero”, pero me temo que no conecto tanto con la psique de los niños ni mucho menos me llama la atención. Curiosamente mi profesor de matemáticas creyó más en mis aptitudes literarias que la maestra de Lengua.


Además de don Antonio (en aquella época a los maestros se les trataba de usted y se anteponía al nombre el tratamiento de don y doña), también me alegró ver a doña Mari Nieves, mi maestra de Lengua y Francés. Como el resto de sus colegas, fue tan dura y exigente conmigo (y los demás compañeros) que sus asignaturas me resultaron más fáciles en el paso al Instituto. Quién me iba a decir entonces, hace más de tres décadas, que acabaría estudiando su misma especialidad.

También asistió don Pascual, el otrora cura párroco que se encargaba de las clases de Religión. El pobre tuvo que lidiar con un rebaño de adolescentes de la transición en un país que empezaba, muy poco a poco, a desterrar el concepto de que todo era pecado y a abrirse al sexo.

Faltó don Ramón, el maestro de Geografía e Historia, por hallarse de viaje, creo.

Aunque disfruté de la velada, mi intención es organizar en el futuro una comida con los maestros y mis compañeros de promoción (la mejor que haya pasado por sus manos, según palabras suyas) y así recordar anécdotas comunes.

Ojalá llegue a sembrar en mis alumnos una mínima parte de la admiración y el cariño que mis maestros dejaron en mí.


6 comentarios:

márian dijo...

Tengo en mi móvil desde hace unos meses el número de teléfono de una maestra de sexto de E.G.B a la que guardo un recuerdo muy especial desde aquellos días. Entre muchos motivoa porque hacía las clases muy amenas y porque animaba al alumnado a amar las artes plásticas. Y recuerdo muy especialmente un par de años en que en los días prenavideños de clase su espíritu era lo que más se ha acercado a lo relatado por Dickens en su famoso cuento " Canción de Navidad ", así que tengo pensado llamarle unos días antes de esas fechas, no solo para demostrarle mi agradecimiento por tantos momentos felices, aunque sé que la mayor parte ha quedado diseminado por entre los segundos del tiempo transcurridos, sino también para confesarla que me ha acompañado espiritualmente en todas mis navidades desde que el año escolar en que tuvimos la enorme suerte de cruzarnos con ese bello espíritu rebosante de bondad, sensibilidad artística y amabilidad con todo su alumnado. A pesar de lo dicho me hizo pasar uno de los momentos más vergonzosos que recuerdo y que no enturbian en lo más mínimo mi concepto sobre ella. Y es que en un examen que ya había terminado, le pedí ir al baño y supongo que porque no le dije que le podía entregar mi examen, ella se negó en varias ocasiones, pensando que podía ser alguna estratagema para mejorar el resultado. El caso es que el tsunami de Indonesia poco tenía que envidiar a lo terminé expulsando con la consiguiente burla general resultante cuyos estragos fueron tan duraderos como lo era la lepra.
A pesar de los años no olvidé su nombre que aquí haré pasar a visible y conocido menos el último apellido que seguirá para mí por eso de desvelar datos sin autorización: Dª Asunción Naranjo.
Desde esta humilde tribuna les mando simbólicamente a todos mis maestros y en la medida de sus méritos, mi agradecimiento por moldear lo que hasta el día soy. Un saludo.

Johnny dijo...

Yo tuve hace un par de años la reunión de excompañeros de secundaria y el año pasado el de la escuela para maestros, celebrando los 30 años en ambas. Es una velada muy significativa recordar aquellos años y todo lo que pasamos. Ahora que soy profesor se que dejamos una huella, positiva o negativa, en cuando chico pasa por nuestras aulas. Concuerdo con tu maestro de matemáticas, eres una excelente escritora, tal vez no de cuentos infantiles, pero si tomaramos todas tus entradas al blog, se realizaría un excelente libro de anécdotas y comentarios.

ana dijo...

Comiendo, todo lo celebramos comiendo. Yo también, ehhhh!!

M.dolores dijo...

D. Antonio y D. Pascual están "igualitos" que cuando íbamos al cole. A ver esa organizadora ¿Cuándo vamos a comer los de tu promoción con los profes?

Mari Pau dijo...

Me acordaba de sus nombres pero no de sus caras (excepto don Pascual, que lo tuve en els instituto); gracias por poner las fotos y rememorar entrañables recuerdos de nuestra época infantil con estos buenos maestros.

Conchi dijo...

Si guardáis un buen recuerdo de vuestros maestros, leed este artículo: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/09/06/actualidad/1346949802_066441.html