lunes, 13 de mayo de 2013

Comer insectos? lo que haga falta.


La FAO, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, sostiene que comer insectos puede ser una posible solución al hambre en el mundo. Un extenso y completo informe del organismo publicado hoy indica que muchas especies tienen tantas proteínas como la carne y que su producción es barata.
En 2030 el mundo tendrá que alimentar a más de 9.000 millones de personas, además de los miles de millones de animales que se crían anualmente. La FAO estima que expandir la superficie dedicada a la agricultura no es una opción sostenible. Los océanos están sobreexplotados, y el cambio climático y la escasez de agua podrían complicar la producción de alimentos. Para hacer frente a esos retos y a la hambruna, los expertos de la ONU creen que lo que comemos tiene que ser revaluado. Y ahí entran los insectos.
Los bichos son una fuente de alimento muy nutritivo y saludable con alto contenido en grasas, proteínas, vitaminas, fibra y minerales, dice el informe de la FAO. Por ejemplo, el contenido de proteínas, vitaminas y minerales de los gusanos de la harina es similar a la del pescado y la carne.
Yo, si los bichos están bien triturados y se mezclan supongamos con huevos, a comer se ha dicho, lo que sea para nutrir el cuerpo

3 comentarios:

Conchi dijo...

Puestos a mezclarlos con huevos, como dice Mari Pau, a mí que me den los huevos solos.
A ver quién es el guapo de la FAO, de la ONU o de cualquier alta instancia que predica con el ejemplo. Cuando lo vea, quizá me plantee seguirlo.

Juanfra dijo...

¿Comer insectos? Me convierto en Bárcenas y Peineta al canto.

carolina dijo...

Hmmm, no sé, no sé. Mi límite son los caracoles, y esos me los como sólo por la estupenda salsa que hace mi madre. Ahora bien, si sacan algo así como saltamontes liofilizados, triscones y recubiertos con chocolate... tal vez me lo pensase. Pero lo dudo. Soy de las que comen con la vista y con las sensaciones que produce la textura del alimento, casi más que con el sabor en sí. Si me da repelús comer una ostra, ya ni te cuento si me ponen delante un plato de gusanos. Será todo lo cultural que se quiera, pero mi rechazo está está ahí. Ahora, en caso de una necesidad realmente extrema, nadie sabe lo que llegaría a comerse.