miércoles, 7 de diciembre de 2011

Con unas amigas madrileñas


La tarde del viernes recibimos en el hotel la visita de unas hermanas madrileñas a las que hacía años que no veíamos. Vinieron acompañadas de sus parejas, a las que no conocía personalmente, las niñas de una de ellas y la madre de ambas.

La relación con la familia se remonta a tiempos de la Guerra Civil cuando llegaron a Agost unos refugiados madrileños que trabaron amistad con mi padre y sus hermanos. Al acabar la guerra se marcharon. Muchos años después, mi padre los buscó y localizó a Julia, que entonces estaba casada con Antonio, tío de las dos hermanas. Ana, la mayor, acompañaba a sus tíos cuando venían en verano casi un mes a la casa de campo. A partir de entonces nos hicimos amigas y, aunque hacía años que no nos veíamos desde que falleció su tío, no hemos perdido contacto por teléfono o e-mail. Así que imaginaos la alegría que me dio volver a verlas.

1 comentario:

Johnny dijo...

La amistad a pesar del tiempo y la distancia, siempre es fuerte y estupenda.