Sinopsis:
Diego de Malagón es testigo horrorizado del asesinato de su padre y del secuestro de sus hermanas. A duras penas consigue huir a lomos de su inseparable yegua Sabba y alcanzar la ciudad de Toledo donde conoce a Galib, un veterinario mudéjar. Asombrado por talento innato que el muchacho tiene para tratar a los animales, Galib le enseña a curar los caballos, que en tiempos medievales eran trascendentales en la defensa y en la vida de los hombres.
No me ha apasionado la lectura de El sanador de caballos, pese a que es un superventas. Suena a demasiado trillado con eso de que últimamente han aparecido en las estanterías multitud de novelas históricas bajo la mágica fórmula de Los Pilares de la Tierra. Es decir, mezclar un oficio atrayente de la antigüedad con una época convulsa y bélica. Resultado, una novela de aventuras, amores, batallas y redención. Reúne los ingredientes infalibles del género: protagonista con catálogo completo de desgracias incorporado desde el minuto uno de la historia hasta final con apoteosis feliz y ajuste de cuentas con todos los malos. Al pobre protagonista y a su familia les pasan mil y una calamidades por culpa de unos malos malosos, no cabe mayor maniqueísmo. Menos mal que tiene una yegua a la que solo le falta hablar, de tan humana que parece, una mula Francis avant la lettre. Además, muy flojo de estilo.
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3 comentarios:
Me suena a los culebrones mexicanos, protagonista sufido o sufrida, pasa mil calamidades y al final todos felices.
Me gusta el tono irónico de la crítica, ¿Un mal día?
Un mal día, no, porque el libro es voluminoso y tardé varios días en acabarlo. Debí haberlo abandonado en cuanto vi de qué iba el percal, pero continué con la esperanza de que mejorase. Simplemente un libro decepcionante.
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