Sinopsis:
En 1922, la mujer de Ernest Hemingway extravió una maleta en la que había un buen puñado de relatos de su esposo así como el bosquejo argumental y algunos capítulos de una novela. Muchos años después, al regreso de sus viaje a Bélgica, un egocéntrico personaje, Nils-Frederik Glas, grande, gordo, vividor e infatigable fumador de puros, reúne a su hijo Alan, un agente literario que apenas logra sobrevivir, a Wolf, un librero muy avezado para que lean un relato. Alan encuentra una maleta verde idéntica a la que, según se dice, extravió el escritor, y los relatos son realmente magníficos, de hecho constituyen lo mejor de la novela, pero no termina de fiarse de su padre, un truhán redomado y sibarita. Sus pocos íntimos no confían y los expertos que logran enterarse del evento vacilan entre la duda y la fascinación. El enigma puede esclarecerse o no, pero ¿hasta qué puede alguien escribir las mejores historias de un autor imitando su estilo?
Esta novela me la llevé de una cesta de la biblioteca de San Vicente donde se depositan libros de los que la gente se desprende y están a la disposición de quien quiera cogerlos.
No está tan mal como a priori me pensaba. Utiliza el trillado recurso de contar con unos manuscritos, supuestamente atribuidos a Hemingway (autor al que nunca le he tomado el punto), y montar una historia respecto a su autoría y publicación, en medio de la cual se insertan los pretendidos relatos del premio Nobel. Como telón de fondo, líos familiares y amorosos que le dan vidilla a la narración.
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1 comentario:
Ojalá hubiera aquí un lugar donde las personas dejan libros y otros los aprovecháramos. Hemingway tampoco es de los míos.
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