sábado, 13 de noviembre de 2010

Adiós a Luis García Berlango


El cineasta y académico Luis García Berlanga, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1986 y presidente honorífico de la Academia Española de Cine, enfermo de Alzheimer, ha fallecido hoy, en su domicilio madrileño, a los 89 años de edad.
Berlanga es uno de los mitos del cine español con el trío de obras maestras "¡Bienvenido, Mr. Marshall!" (1952), "Plácido" (1961) y "El verdugo" (1963).

Formado en los Jesuitas, en Valencia, donde nació, en 1921, y en un internado de Suiza, estudió después Derecho y Filosofía y Letras, carreras que dejó para intervenir en los últimos meses de guerra civil española al lado republicano. Finalmente tendría la diplomatura en dirección cinematográfica.

Berlanga, que recibió el Premio Nacional de Cinematografía (1981) y la Medalla de Oro de Bellas Artes (1983), representó a España en los Óscar en más de una ocasión, como ocurrió a principios de los años 80 con "Patrimonio nacional".

Ha dirigido también cintas como "La vaquilla" (1985), "Moros y cristianos" (1987) y "Todos a la cárcel" (1993). Su última película fue "París-Tombuctú"

Luis García Berlanga fue, junto a Luis Buñuel, el gran director de la historia del cine clásico español. Luego vendrían Erice, Almodóvar, Medem y otros grandes directores, pero durante muchos años, décadas, Berlanga y Buñuel fueron las grandes patas sobre las que se asentó el celuloide patrio.

Si Buñuel era la ira, el surrealismo, la violencia, Berlanga fue la sonrisa irónica, la crítica inteligente, el puño de acero enfundado en un guante de terciopelo y humor. En una era, el Franquismo, en la que cualquier insulto al poder era reprimido con amargura y dureza, las películas de Berlanga eran dinamita contra el sistema, aunque una dinamita tan divertida y amable que ni los propios hombres grises del Régimen podían reprimir la sonrisa.

Ayudado por los excelsos guiones de Rafael Azcona y apoyado por las inolvidables interpretaciones de genios como José Luis López Vázquez, Pepe Isbert o Manuel Alexandre, el primer Berlanga plasmó en tono de sainete y blanco negro las desgracias de un país lastrado por el subdesarrollo y la pobreza posbélica, pero al que las ganas de reir y los sueños permitían soñar con el vuelo. Después, con una nueva generación de actores como Sacristán o Landa, Berlanga reflexionaría sobre la nueva España, sobre los primeros pasos de un balbuceante país que, antes de aprender a andar, debía saber quitarse unos pañales cargados de dictadura y complejos.

Berlanga acaba de morir pero, claro, nos deja una incomparable obra. Una filmografía que abarca la segunda mitad del s. XX, repleta de películas magistrales, de carcajadas y, por qué no, de algún llanto. Sus retratos de perdedores siempre estuvieron pintados con bonhomía, generosidad y ternura. Cuando criticó a los de arriba también supo hacerlo con elegancia: desnudándoles de sus armaduras y tratando, una vez desnudos, de entenderles como humanos. Erotómano reconocido, cineasta reconocido en medio mundo y cabeza de una familia de artistas, el cuerpo de Berlanga ya llevaba unos años alejado de nosotros, pero su presencia cinematográfica, espiritual y ética nos acompañará, esperamos, durante muchísimo tiempo.


http://www.elmundo.es/elmundo/2010/11/13/cultura/1289641258.html
http://www.20minutos.es/noticia/872433/0/luis/garcia/berlanga/

Os dejo con un resumen de su película más aclamada, Bienvenido Mr Marshall.

3 comentarios:

Juanfra dijo...

Tuve la ocasión de conocerlo personalmente hace ya varios años, en Barcelona, cuando mi hermano fue finalista del premio "La sonrisa vertical".

Johnny dijo...

La peli que pusiste se me figuran las de México de Jorge Negrete o Pedro Infante describiendo un país en todo su folklore representativo del mexicano.

carolina dijo...

Yo sólo he visto "Bienvenido Mr. Marshall" y "El verdugo" Con esas dos películas solamente bastaría para consagrarle como una gran cineasta. Y es que oír hablar a Pepe Isbert de los intríngulis del oficio de verdugo y de la profesionalidad que ha de tener el verdugo para respetar al condenado como se merece te hace reír mientras se te ponen los pelos de punta.