martes, 27 de noviembre de 2007

Azul oscuro casi negro


Anoche vi en DVD la película española Azul oscuro casi negro, aunque en los títulos de crédito lo escriben todo junto, quizá porque más que de un color trata de un estado de ánimo, un futuro incierto. Un color que a veces no reconocemos, que dependiendo bajo qué luz, qué prisma y que actitud se mire, cambia. Un color que nos recuerda que muchas veces nos equivocamos, y a veces las cosas no son del color que las vemos.

Jorge ha heredado el trabajo de portero de su padre después de que éste sufriera un infarto cerebral. Sin embargo, lucha contra un destino que parece inevitable. En los últimos años se ha esforzado por hacer su trabajo, cuidar de su padre y estudiar una carrera. Ahora su empeño es encontrar otro trabajo. A través de su hermano Antonio, que está en la cárcel, conoce a Paula, con quien entablará una extraña relación que impulsará a Jorge a dejar de sentirse responsable de todo y enfrentarse a sus deseos, obviando lo que los demás esperan de él. Entonces todo podría ser diferente… o no.


Sabedora de que en su día se llevó numerosos premios, entre ellos, tres Goya, me llamaba la atención ver si realmente era para tanto. Y sí, me gustó: es una historia intimista, de personajes más o menos normales que se entrecruzan y se dan cuenta de sus errores, de que muchas veces las cosas no son como parecen y de lo difícil que es adecuarlas a como quisiéramos que fueran.


A destacar, un papel corto que interpreta Roberto Enríquez, esta vez sin el bigote y la perilla de Quart. Interpreta nada menos que a un masajista únicamente de clientes masculinos a los que otorga favores sexuales incluidos en el precio del masaje.

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