miércoles, 14 de noviembre de 2007

No soy de Alicante, soy de Urano



Estoy desangrada. Literalmente. La semana pasada Pedro y yo acudimos a la doctora de cabecera a por medicamentos. Revisando los historiales, vio que hacía casi dos años que no nos sometía a analíticas así que nos lo mandó para hoy. Nos ha tocado pegarnos el madrugón para estar a las 8 en ayunas en el centro de salud.


Pedro sostiene que no soy de Alicante sino de Urano, como aquella del anuncio, porque mi organismo es de lo más raro. Para empezar, es imposible tomarme la tensión de manera fiable: la doctora ha probado todos los aparatos y métodos que tiene a su alcance y no hay manera de captar mis latidos. Ni tampoco de tomarme el pulso, no se nota nada de nada. Lo dicho: estoy más muerta que viva.


Extraerme sangre es un pequeño espectáculo. En primer lugar, es más fácil que el Hércules suba a primera que encontrarme una vena en condiciones donde meter la aguja. Parece ser que las tengo muy finitas y quebradizas y, como además no tengo fuerza para abrir y cerrar el puño, aún resaltan menos. He advertido de todos estos problemas a la enfermera que me ha atendido, quien lo ha hecho tan bien como ha podido, la pobre, pero no ha sido suficiente. Notar cómo la aguja hurga bajo mi piel no ha sido nada agradable y menos cuando me ha dicho que tendría que repetir el proceso porque se había obstruido la venita antes de tener la cantidad de sangre mínima exigible. Aquí han tenido que acudir dos enfermeros más a palparme y palmearme los brazos en busca de la vena oculta. Seguro que estaréis pensado: ¡cuánto le gusta a Conchi ser el centro de atención! Os aseguro que habría preferido pasar inadvertida. Para no alargar el relato, me han pinchado dos veces más. Tengo una auténtica carnicería en ambos brazos cuyas secuelas (parezco una yonqui) aún son patentes.

2 comentarios:

ana dijo...

¿ Y para eso madrugas?

Conchi dijo...

Sí, hija, para eso y para que empiecen a encontrarme colesteroles, anemias y defectos varios.
"Masoca" es mi tercer apellido.