Leones por corderos es el título de la última película de Robert Redford que hace alusión a lo que pensaban los valientes soldados alemanes de sus jefes durante la Primera Guerra Mundial: ellos eran leones gobernados por corderos. Esta frase, aplicada a lo que vivimos en nuestros días en Iraq, Irán y Afganistán, está ciertamente bien traída: los “mandamases” atacan porque están asustados como corderos y los leones, tanto en un bando como otro, son más bien carne de cañón que ni siquiera saben por qué están allí.
La historia comienza después de que dos estudiantes de una Universidad de California, Arian y Ernest, siguen la inspiración del idealista profesor Dr. Malley (interpretado por el propio Redford), y deciden hacer algo importante con sus vidas. Pero cuando ambos deciden unirse a la batalla en Afganistán, Malley está tan angustiado como conmovido.
Mientras Arian y Ernest luchan por sobrevivir, se convierten en el hilo que une a dos historias diferentes de dos puntos opuestos de América. En California, un angustiado Dr. Malley intenta alcanzar a un privilegiado alumno que es todo lo opuesto a Arian y Ernest. Y por otro lado, en Washington D.C., el Senador Jasper Irving (Tom Cruise) está a punto de revelar una exclusiva a una periodista de televisión (Meryl Streep) que podría afectar el destino de Arian y Ernest.
Parece ser que está de actualidad el cine anti-Bush, cosa que me alegraría sino se quedase en una simple moda. Redford entona el mea culpa en nombre de la funesta política exterior de su país pero da por sentado que el espectador medio la conoce de sobras. Como no es así, la película peca en ciertos momentos de confusa y, por ende, de cansina. Cabe destacar el rapapolvo a los medios de comunicación por dar cancha al presidente al principio de la crisis post 11-S, y empeñados después en buscar el sensacionalismo antes que la noticia.
Para mí, lo mejor reside en la interpretación de los dos pesos pesados, Cruise y Streep, uno intentando venderle la moto a la otra en unas escenas de factura teatral. Fantásticos ambos. A Redford, más arrugado que una pasa a pesar de tanto estiramiento que dicen que se ha hecho, aún le queda el brillo de sus ojos azules, convenientemente resaltados por una camisa vaquera del mismo color. Vanitas vanitatum...
1 comentario:
Mira que está bien explicado, yo diría que masticado. Esperaré unos días para buscar en el emule.
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