lunes, 19 de noviembre de 2007

De la crueldad (momento National Geographic I)


Os lo advertí. No digáis que no os lo advertí. Dije que algunas de las imágenes que iba a poner aquí iban a ser duras, y ya veis. Pero la naturaleza también es esto, aunque dé repelús. Pues nada, que mi hermana Mari, indagando en la minúscula vida que se desarrolla a nuestro alrededor sin que nosostros nos percatemos, captó este momento en la vida de una araña. Para ello contó con la colaboración de una simpática mosca que se prestó a colaborar en el proyecto y a quien estaremos siempre agradecidas.
Personalmente, la única araña que me ha gustado es Spiderman. Ah, y Tecla, la de la abeja Maya. A las demás las extermino sin compasión cuando me topo con ellas en mi casa, pues las tengo un pánico cerval. Las que están en la calle las dejo vivir, pues sin ellas los mosquitos nos comerían vivos. Además, tengo sobre mi conciencia (y la del chiquillerío que vivía entre los límites de Suances y Cortiguera a finales de los setenta) el cuasi-exterminio de unos arañones gordos, amarillos y negros a base de pedradas.
Otro aspecto de la crueldad.

3 comentarios:

Conchi dijo...

Haces bien en liquidar las arañas de tu casa, pues en esta tierra hay un refrán que más o menos dice: "On hi ha una teranyina no es casa la fadrina". En vulgar paladino: "Donde hay una telaraña no se casa la soltera".

Luis F. Mayorgas dijo...

Aunque no se si viene muy a cuento, al mostrar esta foto me habéis traido a la mente una de esas escenas de una película de terror, que a uno se te meten en la cabeza de pequeñito y ya nunca salen. ¿Alguien se acuerda de La Mosca, la película de terror? No, no la gore de David Cronemberg, con Jeff Goldblum vomitando sobre su cena... sino la de los años 50, la de Vincent Price. ¿Alguien recuerda la escena final, con la mosca mutante gritando por su vida atrapada en una telaraña, mientras una monstruosa tarántula se acerca lenta e inexorablemente para convertirla en su almuerzo? Pues eso, mal rollo en estado puro, palabra...

Mari Pau dijo...

Ya que hablais de arañas, cuando yo tenia adolescente, en los veranos me tocaba trabajar en la viña (trabajo duro de sol a sol para sacar adelante la delicada uva de mesa) y en una ocasión vi una telaraña que abarcada desde una hilera de parras hasta la de enfrente (unos dos metros) con una enorme araña en medio. La impresión que me llevé todavía me dura.