Pues sí, amigos y amigas del blog. Las administraciones públicas han tenido a bien, con el fin de consolarnos por tanto recorte, tijeretazo y sablazos varios, enviarnos esta medallita a todos y cada uno de los que trabajamos para la cosa pública. Lejos de sumarse a las palabras del Sr. Rosell acerca de que haríamos mejor papel quitándonos de en medio (subvencionados, eso sí, ¡oh, qué alivio!) porque gastamos demasiado papel y teléfono, nuestros políticos prefieren tenernos contentos obsequiándonos con una medalla alusiva a nuestra condición. Por desgracia, lejos de ser una medalla de Santa Rita (lo que se da no se quita), es una de San Estanislao de Kostka (eres un pringao y así me consta).
Pero en fin, a caballo regalado no le mires el diente; sobre todo porque cabe la posibilidad de que el jamelgo venga desdentado.
2 comentarios:
Lo mío es de chiste: sin ser funcionaria tengo todos sus inconvenientes pero ninguna de sus ventajas.
Cómo pincha la aguja de la condenada medalla. Se me está ocurriendo dónde condecoraría yo con ella a los políticos parásitos que nos reducen los ingresos. Mi buena educación me impide vocalizar mis pensamientos.
Los de todos al recordar a los corruptos políticos, nos reservamos la opinión, el que calla otorga...
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