Regina Finch se ha ganado a pulso su puesto en la sede central de la Biblioteca Pública de Nueva York. Pero un encuentro fortuito con Sebastian Barnes, millonario, exitoso fotógrafo y principal mecenas del centro, transformará su austera y aburrida existencia en una vida llena de acción, lujo, erotismo y nuevas experiencias. Gracias a su acercamiento al mundo de Bettie Page, una modelo convertida en reina de las pin-up y fetiche para millones de admiradores en todo el mundo, Regina dejará de ser la ingenua y tímida bibliotecaria para convertirse en el objeto del devorador deseo de Sebastian.
Algunas modas son muy malas y crean churros a cual más quemado o insípido que el anterior. Si con El código da Vinci proliferaron los misterios de templarios y griales, las sombras de Gray son alargadas, tanto como sus látigos y fustas. Menudo empacho de pretendida literatura erótica con dominante y sumisa.
Prueba de ello, La bibliotecaria, de una tal Logan Belle, que me descargué en honor de dos amigas del gremio con la ilusión de que me gustase y remitírsela. No he llegado ni a la cuarta parte. A Gray ya lo leí una vez y no tengo intención de repetir la historia de un tío guapísimo, rico, con priapismo y espíritu dominante que le da caña a una joven inexperta que se lo aguanta todo. Es que ni se molesta en añadirle algo de mayor novedad. Quizá la historia se arregle más adelante pero dudo que le dé oportunidad para comprobarlo.
2 comentarios:
Es que me parece que el éxito de las Sombras de Grey es algo exagerado, no sé que le ven para tanto.
Conchi, passa'm esta novel.la per a pegar-li una ullada i comparar un poc.
Yo digo que solo sera un ¡boom! pasajero y se olvidará pronto. Solo mientras la publicidad esté y ya después ni quien se acuerde.
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