martes, 1 de diciembre de 2015

Excursión a Jumilla



El domingo 22 de noviembre fui con las Amas de Casa a Jumilla (Murcia). Si suelo pasarlo bien en este tipo de salidas, más esta vez que también venían Mari Pau y otras cuatro amigas: Leonor, Loli, Paqui y Encarni. Tras una hora de autobús llegamos a una desierta Jumilla: hasta pasado el mediodía no se veía apenas nadie en una ciudad de unos 25000 habitantes.


La primera visita fue al Teatro Vico, de arquitectura modernista, muy bonito por dentro también, como una bombonera, con la curiosidad de que todos los asistentes  se puedan ver unos a otros con independencia de dónde estén sentados. Luego fuimos a la Casa del Artesano a la que no entré por inaccesibilidad.


Mientras el resto del grupo la visitaba, mi hermana y yo fuimos a dar un paseo, con la suerte de ver que abrían el Museo de Jesús Nazareno donde se exhiben los pasos que salen en las procesiones de Semana Santa.


Aunque son de creación reciente, la imaginería es típicamente barroca, a semejanza de las figuras de Salzillo. A las señoras que nos atendieron les vino de perlas nuestra presencia, no por el euro que pagamos cada una sino porque los demás, al ver una rampa de madera a la puerta, supusieron que estábamos allí y entraron. He de decir que a la mayoría, de la tercera edad, les encantó.


Más que el Museo Arqueológico, desde luego. Lo cierto es que consta de unas instalaciones bastante acertadas, lo mismo que las piezas y las explicaciones didácticas. Aun así, no supera al MARQ alicantino.
Por último, antes de desplazarnos al restaurante, se visitó una bodega, pues Jumilla  es conocida por sus vinos. Tampoco pude entrar, lo que no me importó en absoluto.


La comida tuvo lugar en un enorme salón donde un maestro de ceremonias (un tombolero, en definición de Mari Pau) presentaba a todos los grupos conforme íbamos entrando. No sé los centenares de personas que estaríamos allá pero unos cuantos. Tras los entremeses y los aperitivos de calamar a la romana y queso frito con tomate, llegó el plato fuerte: gamba a la plancha a gogó. Menudas montañas de cáscaras de gambas llenaban los platos. Para haber inspirado una revisitación de Encuentros en la tercera fase. Luego nos sirvieron un sorbete de limón delicioso, más incluso que el del banquete de boda. El plato principal -mero o carne- fue más flojo. El postre consistió en profiteroles en chocolate caliente; no estaban mal pero prefiero los del wok al que suelo ir. No comimos nada mal pero lo mejor fue la buena compañía. El baile posterior fue el despiporre. Tocaba un dúo malo con avaricia. Qué más daba si el personal quería divertirse y bailar lo que le echasen: cuanto más petardas las coreografías, mejor nos lo pasamos. Nos reímos y consolidamos nuestra amistad.



1 comentario:

Johnny dijo...

Guapas!!!! Pero me quedo con mi Conchi, su hermana y Maripau :)