El puerto es la clave, y el origen. Aunque el mar queda a 110 kilómetros, el río Elba permite un tráfico marino que ya en la Edad Media hizo de Hamburgo ciudad libre de la Liga Hanseática. Como antes los barcos tardaban días en cargar y descargar, el barrio daba alivio de noche a estibadores y tripulantes. Así que habría que empezar por ahí, por la calle del puerto ( St. Pauli-Hafenstrasse). En ella se encuentran las viejas instalaciones de ladrillo de donde ahora parten los minicruceros para explorar el tercer puerto de Europa; un paseo de apenas una hora muy recomendable. En la misma calle, aguas abajo, se alza el Fischmarkt, un must los domingos de madrugada: entre las 5.00 y las 9.00, aparte de subastarse pescado, trasnochadores del sábado y madrugadores del domingo se funden en una mezcla única de cerveza, café, arenques, ostras y bollería.
Podemos volver por la Davidstrasse al ombligo de St. Pauli: este no es otro que la Beatles-Platz. Un redondel en recuerdo de los melenudos ingleses, que empezaron aquí cuando no eran nadie. Tocaban a veces de teloneros, hasta 12 horas, en locales como Indra, Kaiserkeller, Stage Club… En la esquina con Davidstrasse, la comisaría más célebre de Alemania, Davidwache, preciosa; ha salido en cine y televisión, y alguna vez la visitaron los Beatles (y no como turistas precisamente). Casi enfrente, sigue el Salon Harry, la peluquería de los Beatles (que no se arruinó, pese a la moda mop top de greñas salvajes). Al lado, el St. Pauli Museum cuenta muy bien la evolución del barrio. Una muestra viva está en la propia esquina: la Herbertstrasse, un callejón de unos sesenta metros de longitud y barreras que impiden ver el interior, solo para hombres, con escaparates donde se exhiben mujeres dedicadas a la prostitución.
La Spielbudenplatz, especie de rambla geminada de la Reeperbahn, concentra teatros como si fueran farolas: pegado al veterano St. Pauli está el Tivoli; pegado a este, el Schmidt, y pegada a este, la nueva Operettenhaus, todos dedicados al musical y signos visibles de la remodelación del barrio.
2 comentarios:
Hasta dónde llega mi ignorancia que desconocía el término "gentrificación". San Google me lo ha explicado.
Lo más parecido a un barrio de sexo es el de Amsterdam. Lo vi en el siglo pasado y me causó impacto.
Se hablará largo y tendido de Amsterdam en la nueva sección paseos por las ciudades del pecado.
Somos afortunados de que el pecado exista, al menos, en los cinco continentes de los seis que he visitado. Me temo que la Antártida queda fuera de las crónicas de mi nueva sección.
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