Como mis amigas no se deciden, os cuento yo algo de nuestro periplo por Las Vegas. Siento no poner fotos personales, pero es que entonces -el siglo pasado- no tenía cámara digital.
Las Vegas es otro mundo, la máxima expresión de la horterada americana combinada con su peculiar percepción del espectáculo. Tal concentración de bombillitas por centímetro cuadrado no deja indiferente, o lo amas o lo odias y a mí me fascinó, no me avergüenza reconocerlo, supongo que mi cultura peliculera pesa demasiado.
Perdí la exorbitante cantidad de un dólar en las maquinitas de un casino espectacular, el Caesar's Palace, y ahí acabó mi vicio del juego. Fui a cenar a Planet Hollywood y recorrí galerías comerciales lujosísimas en busca de un Robert Redford que me hiciera una proposición indecente pero no encontré ninguno. Debían de estar de vacaciones pues si no habrían caído rendidos a mis pies con el vestido rojo de escote vertiginoso tan discretito que me puse. En Las Vegas hay que ir a tono con la ciudad y yo estaba más deslumbrante que todas las bombillitas juntas, al igual que Sonia y Mari Pau.
1 comentario:
Dí que sí, Conchi, las agosteras deslumbramos por donde pasamos. Viva Las Vegas, qué gran viaje y que bién la pasamos. Inolvidable.
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