jueves, 11 de febrero de 2010

Chéri


Sinopsis:
A principios del siglo XX, París es el centro del mundo. Los artistas, la moda, el teatro, la música y las cortesanas, esas mujeres tan bellas y experimentadas en el arte del amor que llegan a ser mantenidas con gran confort por los hombres poderosos de la época. Léa de Lonval (Michelle Pfeiffer) es una cortesana que ha conseguido llevar una vida agradable y ya no ejerce como tal. Una mañana va a almorzar con su antigua compañera Madame Peloux (Kathy Bates), que está acompañada por un joven que resulta ser su hijo, Chéri (Rupert Friend), como ella le llama. Madame Peloux tiene grandes proyectos para él, pero Chéri debe convertirse primero en un hombre. Le pide a Léa que le enseñe, ella acepta y lo que comienza siendo un travieso flirteo se convierte en un apasionado amor que dura seis años. Pero la madre, Madame Peloux, planifica en secreto el matrimonio de Chéri con Edmée (Felicity Jones), la hija de otra cortesana rica, Marie-Laure (Iben Hjejle).
Al acercarse la inevitable separación, Léa y Chéri intentan afrontar lo mejor posible la difícil situación, pero cuanto más tiempo pasa más conscientes son que el amor que les une tiene unas raíces muy profundas.


Con el espléndido antecedente de Las amistades peligrosas, esperaba más del tándem Stephen Frears y Michelle Pfeiffer reunidos de nuevo en Chéri. Ella está bellísima y salva el papel dignamente pero el guión no se sostiene por ningún lado, no sé en qué estaría pensando el prestigioso guionista Christopher Hampton. Otro problema reside en el chaval que da nombre a la película, el tal Rupert Friend, que parece un clon de Orlando Bloom, no despierta ni el mínimo de pasión requerido para hacer creíble el personaje. No hay nada de química entre la pareja protagonista. Por lo demás, vestuario, ambientación, fotografía, música, etc., no se le puede poner ningún pero. Sin embargo, no es suficiente para salvar una película.

1 comentario:

carolina dijo...

A pesar de que haya menos química que entre Anakin y Amidala (que ya es decir), si la pillo no dejaré de verla. Sólo por ver el ambiente de elegante "décadence" del París de las cortesanas merece la pena. Ah, questa traviatta.